La plaza de las Galeras Reales (II). – Siglo XVII

La necesidad de un muelle acorde con un puerto en el que invernaban las galeras reales se planteó por vez primera en 1568, durante la estancia en nuestra ciudad de D. Juan de Austria. Lorenzo Van der Hamen en su “Historia de D. Juan de Austria” (1627) escribe que el almirante durante su estancia en El Puerto tras “haber visitado la casa de las municiones y fundiciones de la artillería, castillos y alcazaba; consideró con los prácticos el sitio y diseño para el muelle que hizo el Capitán Florio y puerto que se podía hacer: y pareció bien entendido todo, pero costoso” (Libro I, p. 48).

Probablemente el proyecto del ingeniero Florio Raguso fue un muelle de madera de poca entidad, pues en 1615 recién llegado a la ciudad el príncipe Filiberto de Saboya como Capitán General de la Mar Océana, quedo extrañado por la ausencia de tan necesaria infraestructura portuaria en un puerto tan frecuentado y propuso su construcción en mampostería. Para ello la ciudad debía aportar la piedra necesaria, dado que contaba con canteras para su obtención, mientras que todos los demás gastos correrían a sus expensas. A pesar de tratarse de una obra necesaria y poco costosa para el municipio no pudo llevarse a cabo debido a la oposición de los regidores portuenses.

En lo que se refiere a la construcción de una capilla destinada el servicio religioso de las galeras, fue D. Luis de Requesens y Zúñiga, a la sazón lugarteniente general de don Juan de Austria y fundador de la Cofradía de Galeras de Nuestra Señora de la Piedad y Caridad, quien levantó en la marina en los últimos años del siglo XVI un oratorio donde se celebrase la misa los días festivos y fuese asiento de la hermandad creada por oficiales y gente de galeras para “alivio de enfermos y decente enterramiento de difuntos” (H. Sancho).

No contamos con mas información sobre este oratorio hasta mediados del siguiente siglo. En 1657, en un decreto, dado a conocer por E. Pérez Fernández, firmado por don Antonio Juan de la Cerda, por aquel entonces Capitán General de la Mar Oceána, se ordena la extracción de cien carretadas de piedra de las canteras de Santa Catalina para la “obra de una capilla que se ha de hacer en la plaza de este puerto, en que se diga misa a la gente de las galeras de España”.

De planta cuadrada, fábrica modesta y pequeño tamaño, se situaba “grosso modo” en el mismo lugar que ocupaba el posible humilladero que señalamos en la panorámica de Wyngaerde del siglo anterior (FOT. 1).

Su exacto emplazamiento lo conocemos por un plano que adjuntamos (FOT. 1) levantado en 1734 con motivo del proyecto de construcción de un nuevo muelle del que hablaremos más adelante. En el mismo se puede observar hasta donde llegaba la línea de pleamar en marea grande, con la ubicación al mismo borde del río de la capilla de las Galeras (letra E), coincidiendo con el cruce de las calles de la Caridad o de la Aurora (A), actual Micaela Aramburu, y la calle Luna (B).

Su peculiar orientación se debe al hecho de que estaba colocada mirando a la ensenada que hacia el río hacia el interior de la plaza, frente al sitio donde tenían su amarre las galeras, para que los galeotes (forzados y esclavos) encadenados a los bancos de boga pudieran oír misa, ya que no se permitía su celebración en el interior de las naves.

Con el traslado en 1668 de las galeras reales al puerto de Cartagena, debido entre otras cuestiones a la dificultad para la navegación ocasionada por la acumulación de arena en la desembocadura del río, la capilla perdió el cometido que tuvo en origen, pero se mantuvo con cierto culto, siempre vinculado con la Armada.

R.G.R.

Humilladero de Galeras. 1567. Detalle Wyngaerde
1734. Detalle de situación de la capilla de las Galeras en “Plano y perfil del modo que se ha de hacer el Muelle de El Puerto de Santa María” [Bartolomé Mendiola] . Ministerio de Cultura y Archivos Estatales. Archivo General de Simancas. MPD, 16,028

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