Acueducto de La Piedad. Apuntes históricos (VI).- La «Obra de La Fuente». Siglo XVIII. 2ª parte

Conoce tu Patrimonio

Como indicamos en el artículo anterior, el proyecto inicial de la “Obra de la Fuente” fue encargado a los ingenieros militares Diego Fabre y Miguel Benito de la Herrán, quienes en su informe que acompaña al plano elaborado en 1726 (Fot. 1) proponen la construcción de una nueva conducción, en este caso desde el MANANTIAL DE LA PIEDAD y desde allí A TRAVÉS DE UN ACUEDUCTO A LO LARGO DE TODO SU RECORRIDO HASTA LA CIUDAD

Respecto a las antiguas conducciones indican: “… habiendo usado del peor género de conducción que es por cañería se han visto precisados a rehacerla diferentes veces habiendo gozado el pueblo muy poco del beneficio de dichas aguas, aunque hayan gastado mucho caudal… lo que con poca diferencia hubiera importado un acueducto, el que por su permanencia se tiene por el mejor modo para conducción de aguas”

Asimismo, anotan: “En la primera conducción que hicieron los vecinos de esta ciudad de dichas aguas empezaron la obra con acueductos y solo hicieron 121 toesas, y se ignoran los motivos por los cuales no se continuaron hasta la ciudad, siendo el terreno tan a propósito”.

Y respecto a la obra propiamente dicha señalan: “…consiste en abrir una zanja de una toesa de ancho, hacer la mampostería del acueducto y volver a cerrar dicha zanja, encima de la cual se podrá labrar plantar viñas y muy cerca olivos sin dañarlo lo que no se encuentra en otra conducción… Y aunque el acueducto se lastime pudiendo entrar en él y visitarlo cuando se quiera se repara el daño por dentro y en breve tiempo sin interrumpir el curso de agua”

“Se harán unas calas o pozos de cinco en cinco toesas de distancia y de una toesa en cuadro al lado del acueducto, en los parajes a donde manaban antiguamente las aguas, y siendo calas a nivel del suelo del acueducto se comunicarán la una con la otra por la mina”

“En todos los ángulos que habrán dicho producto y en los demás parajes que se hallare necesario harán lumbreras que nos parece bastarán 12 y entre ellas harán cuatro respiraderos cubiertos de una piedra y de un pie de tierra encima”

“Habiendo llegado con dicho conducto al campo de la Victoria se hará en el paraje más conveniente un receptáculo que será el último de la conducción”.

La muerte de Diego Fabré y la ausencia por orden de su majestad de don Miguel de la Herrán obliga en 1728 al cambio en la dirección de los trabajos. Esta recae en los ingenieros de los reales ejércitos de S.M. Bartolomé Joaquín Mendiola y Francisco López Barrio quienes modifican algunas de las características del inicial proyecto. 

Recuperan la idea de Abad Mercadillo de construir una presa de hormigón que detuviera las aguas que se vertían al río. Para ello construyen un muro de contención de 460 m de longitud, rellenando el trasdós del mismo con unas galerías de captación de 320 m de longitud (Fot. 2)

El agua se conducía por medio de un acueducto subterráneo de 5.530 m de longitud (Fot. 3)  con pozos de registro coronados con edificios rectangulares (Fot. 4), que venía a concluir en la Caja de Aguas que se encuentra al inicio del Paseo de la Victoria (Fot.5) 

A partir de aquí, se iniciaba el reparto, mediante el encañado, que llevaba el agua a las fuentes públicas, conventos y a algunos particulares. Junto al río y la capilla de las Galeras, como punto final de los trabajos, y objetivo primario de la conducción, fue levantada la conocida “Fuente de las Galeras” que incluía un depósito y tenía seis caños hacia la plaza y otros seis hacia el río para la aguada de los barcos de la Armada que fondeaban en la Bahía.

El agua de dicha fuente no solo estaba destinada a los buques de la armada y a la población de El Puerto, quienes la obtenían de forma gratuita. Servía también para abastecimiento de parte de la población de Cádiz, que en el siglo XVIII se había convertido en primera aglomeración urbana española y contaba con gran escasez de agua. Aprovechando el corto trayecto por mar entre El Puerto y Cádiz se estableció un sistema de transporte mediante buques cisterna, cobrándose por cada arroba de agua (16,14 litros) un maravedí, lo que fue de gran importancia por los ingresos que proporcionaba a la hacienda local.

R.G.R.

1. 1726. Plano de las minas hechas en Sidueña. El recogimiento de sus manantiales. Biblioteca Nacional
2. Plano de la conducción s. XVIII desde Sidueña hasta la ciudad. AHM
3. Interior del acueducto del siglo XVIII. Foto tomada de J. González Beltrán
4. Pozo de registro siglo XVIII
5. Lápida conmemorativa de la Caja General de Aguas de la Victoria. Año MDCCXXXIII

Compartir contenido