El exterior de este antiguo hospital ha sido muy transformado, sobre todo en la segunda década del siglo XX para su adaptación a las nuevas funciones conventuales y docentes. En las fachadas alzadas en ambas calles la distribución de sus vanos responde a una estética funcional y asimilación a la imagen urbana de esa época y destino más acorde con un estilo ecléctico.
Los elementos arquitectónicos y decorativos más interesantes, influidos por el barroco sevillano, se encuentran en la portada de su iglesia, anterior capilla del hospital, compuesta de dos cuerpos (FOT.1). En el inferior destacan las molduras quebradas rodeando el dintel, un frontón triangular partido para albergar el escudo de la orden de San Juan de Dios (FOT. 2 izquierda) y pares de pilastras estriadas con tarjas alusivas a esta (cruz sobre estrella y granada abierta). Una cornisa ondulada y discontinua en su parte central deja paso a un segundo cuerpo flanqueado por pares de pináculos apiramidados y hornacina con imagen de la Virgen del Carmen (FOT.2 derecha). Sobre esta, un óculo ilumina el coro alto situado en los pies de la nave central. Un campanario reconstruido en 1765 remata el conjunto.
El amplio interior de esta capilla hospitalaria cuenta con tres naves separadas por pilares y arcos de medio punto (FOT. 3). La cubierta se soluciona con bóveda de cañón y lunetos en la nave central, de aristas en las laterales y semiesférica sobre pechinas en el amago de crucero. Conserva el coro alto en los pies, la tribuna con balcones sobre aquéllas y la interesante portada que comunica con un corredor del claustro. Los remates de las naves son planos y en ellos destacan tres hermosos retablos.
Por sus labores de talla e imaginería hay que destacar el retablo mayor, que ocupa todo el testero del presbiterio (FOT. 4). Es barroco, de estípites, tallado entre 1738 y 1740 y dorado en 1760. Se atribuye a los lebrijanos hermanos Navarro.
Está compuesto por elevado banco con postigos laterales que permiten acceder a su sacristía, sagrario y mesa de altar, tres calles separadas por estípites, dos cuerpos y ático. Se caracteriza por su acentuado dinamismo en la interpretación de elementos arquitectónicos (arcos mixtilíneos,molduras con volutas, cornisas quebradas, etc.) y exuberancia ornamental (motivos vegetales, geométricos y figurativos muy variados). En las calles laterales se veneran las imágenes dieciochescas de san José y san Carlos Borromeo flanqueando a una Virgen de las Angustias en el primer cuerpo y san Jerónimo y san Cristóbal a ambos lados de un Crucificado más moderno en el segundo. En el ático se representa la Apoteosis de san Juan de Dios, titular del hospital-convento, entre los arcángeles san Miguel y san Rafael.
Los retablos laterales son barrocos, de estípites y mediados del siglo XVIII. En el del testero de la nave del Evangelio, compuesto de banco, cuerpo principal dividido en tres calles y ático destacan la imagen de una Inmaculada anónima de esa época en su nicho central y un altorrelieve escenificando un pasaje de la biografía de san Juan de Dios con características de la imaginería de Ignacio López en el ático. El retablo de la Epístola, atribuido a Medina y Flores, está presidido actualmente por la fundadora de las Esclavas, santa Rafaela María.
Otras piezas artísticas de interés conservadas en este interior sacro son un díptico con pinturas representando la Anunciación y la Epifanía, cuadros de san Pedro y san Pablo atribuidos a Llanos Valdés, tres lápidas de benefactores aquí sepultados desde la segunda mitad del siglo XVII (Rodríguez Cortés, Orbaneja Rois y Catalina Pascual) y los azulejos trianeros de Montalván (1923) que recubren la parte inferior de muros y pilares de la capilla (FOT.5). –
Francisco González Luque