Desde fechas no datadas, tal vez principios del siglo XVI o incluso final de la Edad Media, tenía su sede en el lugar (FOT. 1) una Cofradía de carácter hospitalario, la de Nuestra Señora de la Encarnación, con ermita y hospital propios; la referencia más antigua conocida de esta institución es del año 1521.
A finales del XVI las cofradías hospitalarias pasan por una época de decadencia, lo que explicaría la autorización que se da a la Orden de San Agustín, ante su interés para establecerse en El Puerto, para tomar posesión del Hospital de la Encarnación; autorización expedida por el Arzobispo de Sevilla, Cristóbal de Rojas y Sandoval, el 29 de diciembre de 1573.
La ocupación no sentó bien ni a los cofrades, ni a la autoridad municipal –a la que no se había solicitado permiso para el establecimiento–, lo que derivó en que en el siguiente mes de enero de 1574 los agustinos fueran expulsados del lugar de forma violenta. Demandas mediante, acabaron siendo autorizados en 1575 por el Duque de Medinaceli a permanecer en el lugar, sobre los intereses de la Cofradía de la Encarnación que perdería el carácter de hospitalaria y adoptaría el de piadosa. La nueva institución recibiría el nombre de Convento de Nuestra Señora de la Encarnación, con interés en mantener la denominación anterior, pero sería ya siempre conocido en la práctica como Convento de San Agustín. Su primer prior fue Fray Alonso de San Luis.
Ante las modestas instalaciones heredadas, se buscó pronto la ampliación, primero mediante una capilla mayor, en 1581; luego, en 1583, comprando casas aledañas para ampliar las estancias. A raíz del terremoto de octubre de 1636, conocido en la población por haber provocado la caída de las bóvedas de la Prioral, varias estancias del Convento de San Agustín sufren daños y, con motivo de las obras de reparación, se aprovechará para dotarlo de una gran iglesia, en la que la anterior capilla mayor queda relegada al espacio de la sacristía. A lo largo del siglo se continuará construyendo (FOT. 2).
En 1702, con la invasión angloholandesa, San Agustín es ocupado y sufrió daños, pero la intervención del Príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt para custodiarlo subsanó en parte la situación. En el siglo XVIII pasará por una época de esplendor, con varias decenas de agustinos conviviendo en el edificio de forma simultánea. En 1711 se inicia la realización de su retablo mayor, finalizado en 1718. En 1755, con ocasión del terremoto de Lisboa, el edificio sufrirá algún desperfecto que pudo repararse sin mayor dificultad.
Cabe mencionar que en San Agustín se funda, a finales del XVI, una Hermandad de Ánimas de San Nicolás de Tolentino; luego, una de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y más tarde, en el XVIII, una Orden Tercera de Servitas; todas ellas se irán fusionando de forma sucesiva. También hay que destacar que la fecha fundacional que maneja la actual Hermandad del Nazareno, en el año 1564, es errónea.
En 1810 sufre su primer revés, cuando, con ocasión de la invasión napoleónica de España, tropas francesas ocupan El Puerto, expropian el Convento y expulsan a los agustinos, permitiendo que la iglesia permanezca abierta al culto. Al terminar la ocupación, regresan al edificio, de donde se los vuelve a expulsar en 1821, en una segunda desamortización con ocasión del Trienio Liberal. Finalizado éste, regresan en 1823, siendo expulsados, ya de forma definitiva, en 1835, con la Desamortización de Mendizábal. La iglesia continúa abierta hasta la Revolución Gloriosa de 1868, de marcado carácter anticlerical (FOT. 3).
Dado que la iglesia conventual cerraba el paso de la calle Alquiladores a Jesús de los Milagros (FOT. 4) adosándose a la Posada San Marcos (que ocupaba el espacio donde hoy se sitúa un edificio de viviendas de estilo desarrollista, con portal orientado a la Plaza Colón) (FOT. 5) ocurrirá que, a principios del siglo XX, por haberse convertido el callejón cerrado de Alquiladores en un basurero insalubre, se derriba la zona de los pies del templo, para conectar dicha vía con Jesús de los Milagros (FOT.6). Lo que quedó de la iglesia se termina de tirar a mediados del XX (FOT. 7).
El edifico será usado desde mediados del siglo XIX como institución educativa; a principio del XXI cerrará el colegio, teniendo hoy día su sede en él el Conservatorio Rafael Taboada e instituciones como Ecologistas en Acción o el Orfeón Portuense. –
Jaime Pérez Brotóns