El 20 de noviembre de 1659 el duque D. Antonio Juan Luis de la Cerda, usando de sus plenos derechos jurisdiccionales por los que distribuía el suelo de la ciudad de su señorío, dona a Juan de Araníbar el terreno “que hace rinconada a la plaza del Castillo, para que lo pudiera labrar y agregar a su casa, sin pagar ningún derecho por ello”.
El personaje beneficiado es el capitán Juan de Araníbar y Alberro. De origen guipuzcoano y vieja estirpe navarra, llegó a El Puerto de Santa Maríacomo caballerizo del duque de Medinaceli, cargo de alta distinción dentro de los trabajadores de la casa ducal. Ya establecido en la ciudad casó con Doña Leonor Rodríguez Cortes, perteneciente a uno de los más antiguos linajes de la ciudad,) los caballeros Cortés, de origen flamenco según Monguió Becher
Dedicado a los negocios con las posesiones de ultramar y regidor de la villa alcanzó un alto poder económico, lo que le llevó a la labrar una morada acorde con su posición económica y categoría social, para lo que el duque le concedió, frontero al castillo, y junto a su primitiva vivienda, el terreno que cerraba por un lado la amplia plaza y por otro la cuesta del desembarcadero o resbaladero (Fot 1y 4).
Desconocemos, de momento, quien fue el autor de las trazas del edificio, si bien pudo ser el maestro mayor del cabildo Pedro Mateos Grajales. Erigido en sillares de piedra, destaca por su solidez, tamaño y empaque. Cuenta con tres alturas más entresuelo comunicadas por escalera de dos cuerpos, patio claustral, artesonado mudéjar, doble acceso (principal y de servicio) y cubierta de tejas a dos aguas tejado a dos aguas.
En el exterior de su fachada a la plaza de la antigua fortaleza destaca la portada principal, articulada en dos cuerpos (Fot. 2). El inferior está ocupado por el vano de ingreso adintelado, flanqueado por columnas dobles que soportan un entablamento clásico en el que figuran en piedra los restos de un erosionado ¿blasón? y una inscripción con el año 1660, que marca su finalización. Sobre el mismo se superpone el balcón principal coronado por un frontón triangular partido en cuyo centro debió figurar bien visible el escudo de armas (hoy perdido) que proclamaba públicamente la nobleza de sus moradores.
Otro escudo, el único que prevalece en la actualidad, se ubica sobre el balcón que preside la segunda planta de la fachada lateral hacia la Bajada del Castillo (Fot. 3). Realizado en mármol y coronado con yelmo de perfil, muestra las armas del fundador: en el flanco izquierdo una encina arrancada acostada de dos flores de lis, perteneciente a los Aranibar, y a la derecha acuartelados dos lobos rampantes y sendos castillos almenados, correspondientes a la rama de los Alberro.
Tras la muerte de D. Juan Aranibar (1691) y de Doña Leonor, la casa “con los muebles y alhajas en ella contenidos” pasó por herencia a los sobrinos de ambos, siendo los primeros en habitarla, desde principios del XVIII Pablo Miguel Vizarrón y su madre Ana María Eguiarreta quienes se trasladan de su residencia en la plaza del Carbón que fue arrendada para Real Aduana.
Para H. Sancho, quien acuño el concepto de casa- palacio de cargador a Indias que se ha mantenido hasta el presente, esta sería por sus características y distribución interior la más antigua de las edificaciones de este tipo y marcaría el patrón constructivo de las posteriores.
Venida a menos tuvo con posterioridad varios usos: posada del Sol, mesón del Paraíso, y más recientemente juzgados de la ciudad y sede del área Municipal de Turismo. En la actualidad el edificio se encuentra cerrado por obras para la construcción del centro de interpretación “El Puerto de los Cargadores a Indias”. La desafortunada paralización de dichas obras con el consiguiente deterioro del edificio por la acción de agentes atmosféricos requiere una urgente solución en aras de evitar más daños en nuestro patrimonio. –
R.G.R.
