Las principales manifestaciones artísticas que han llegado a nuestros días se concentran en su iglesia, sacristías, coro y otras dependencias.
Las obras contenidas en la iglesia conventual son de diversa cronología, estilística y categoría. Desde el sotocoro hasta el presbiterio destacan copias de cuadros de Murillo, de Fernández Villegas, una imagen de san Blas (FOT. 1), un lienzo que evoca la fundación del convento del Espíritu Santo en Jerez, los retablos neoclásicos del XIX con diversas tallas (Virgen del Carmen, Cristo de las Misericordias, Ntra. Sra. de la Piedad, Virgen del Rocío), el antiguo sagrario con frontal de altar marmóreo (FOT. 2) y un lienzo de la Coronación de la Virgen.
Junto a la cratícula recibe culto una escultura de la “Virgen desatanudos”, de reciente devoción, y una pintura con Guido de Montpellier del artista Anguas Porras. A ambos lados de la capilla mayor se conservan un Crucificado del siglo XV (FOT. 3) muy restaurado y un antiguo cuadro de Ánimas (FOT.4).
El retablo mayor, neoclásico, se compone de banco con sagrario de plata y único cuerpo de tres calles con las imágenes de la Virgen de Belén (una de las joyas del convento) (FOT. 5), san José y san Agustín y un altorrelieve de Pentecostés en el ático. Desde fechas recientes la iglesia de este monasterio custodia también los titulares de la hermandad del Cristo de la Humildad y de la agrupación del Prendimiento de El Puerto.
En la sacristía externa, tras el retablo mayor, destacan cuadros de mérito dispar, los antiguos lavabo, torno y confesionario, pila de agua bendita, imágenes de Crucificado y Niño Jesús y varias piezas textiles bordadas (FOT.6).
En la sacristía interna, además del mobiliario necesario para guardar vasos sagrados y ornamentos litúrgicos, se conservan obras artísticas de notable mérito: imágenes de Niño Jesús montañesino (FOT. 7), pequeñas tallas de Dolorosa y Crucificado y lienzos de desigual interés.
El coro bajo comunica con el presbiterio y la sacristía interna. Desde él las religiosas participan de las celebraciones litúrgicas y custodian diversas pinturas y esculturas de los siglos XVIII al XX.
El resto de las dependencias conventuales se distribuye en dos pisos a partir de un claustro central (FOT. 8), cuadrado, ajardinado y compuesto de cuatro galerías con arcos de medio punto y rebajados sobre pilares de ladrillo. Rodeando el cementerio central, en sus corredores se ubican refectorio, cocina, sala capitular, archivo, obrador, despacho, salas de uso común, portería, torno, locutorios y reducida hospedería. Noviciado, enfermería, ropería, lavadero, biblioteca y celdas de religiosas se reparten por la planta superior.
Francisco González Luque