El Puerto contó en el siglo XVIII con diversas instituciones benéfico-hospitalarias. La situación y distribución de dos de estos hospitales: el hospital de San Sebastián y el Real de San Juan de Letrán, la conocemos por un plano de 1735 realizado por Francisco de Paula Torrejón, capellán del hospital de las galeras de San Juan de Letrán, que se conserva en el Archivo General de Simancas.
Ambos hospitales se levantaron en los confines de la ciudad por el lado de poniente. Se situaron uno frente al otro entre la plaza de San Juan de Letrán y las calles de San Sebastián y Santa Fe. Estaban separados entre si por una calle intermedia: la calle del Postigo, que bajaba desde el campo hasta la puerta de la Iglesia Mayor y cuyo nombre deriva del postigo que existió al final de dicha calle.
De igual forma ambos aprovecharon como capilla para el hospital dos antiguas ermitas de las que tomaron sus respectivos nombres, ermitas que ya aparecen recogidas en el dibujo panorámico que realizara Wyngaerde casi dos siglos antes. Y asimismo los dos contaron con su correspondiente camposanto delimitado por una cerca.
El hospital de mujeres de San Sebastián, de carácter benéfico, fue fundado a instancias del duque de Medinaceli por el cargador a Indias D. Juan de Aranibar y Alberro junto con su esposa Doña Leonor Rodríguez Cortes en 1671. Se ubicó contiguo a la ermita en la que se veneraba a S. Sebastián, patrono de la ciudad. En el se recogían y curaban mujeres pobres y enfermas desvalidas. Una pequeña cruz de hierro sobre una columna en la esquina de las calles Santa Fe y Durango sirve desde principios del siglo XX de recuerdo de aquella institución.
El hospital Real de San Juan de Letrán en cambio, estuvo destinado a la asistencia médica de enfermos de galeras. Se construyó entre 1613 y 1614 bajo el patronato del príncipe Filiberto de Saboya, Capitán General de la Mar, para, en palabras de Hipólito Sancho “que la gente de galeras, entonces atendida en el de santa Lucía, recibiese asistencia sin las incomodidades que en aquel estrecho establecimiento eran inevitables”.
En su capilla se veneró hasta mediados del siglo XIX la Virgen del Rosario, conocida como la Virgen de Lepanto, que D. Juan de Austria llevó en la batalla de Lepanto y mandó depositar en El Puerto.
Ya a finales del siglo XIX había desaparecido tanto la iglesia como el hospital y en sus terrenos, al pertenecer al Ejercito de Marina; se edificaron los conocidos como “pisos de la marina”.
RGR