En la pequeña plazuela dedicada al insigne navegante y cartógrafo Juan de la Cosa, permanece como vestigio de la antigua alhóndiga y pósito de la ciudad una portada que pasa bastante inadvertida al transeúnte (FOT.1).
Realizada en piedra, con las características propias de las fachadas de los edificios de siglo XVIII, presenta en el cuerpo superior el escudo de la ciudad (FOT.2), al tratarse de un edificio construido por el poder municipal, y bajo el mismo conserva una lápida con inscripción en la que se recoge lo siguiente (FOT.3):
ESTA ALONDIGA I PÓSITO/ HIZO ESTA CIV[dad] SIENDO SV/ GOV[ernador] EL S[eñor] D. DIEGO DE CAR/DENAS I ESLAVA CAV[allero] DEL/ ORDEN DE ALCÁNT[ara] I BRIGADIER/ DE LOS R[eales] EX[ercitos] I SV DIPP[vtado] EL/ S. D. M[a]ARTIN DE REINOSO i MEN/ DOZA, CAV[allero] DEL ORDEN DE CALAT[rava]/ I REX [idor] GIDOR PERPETUO DE ELLA. AÑO DE 1743”
Como es conocido, los pósitos, procedente del latín «positus “, eran instituciones de carácter agrícola que realizaban acopio de grano en la ciudad preindustrial, con el fin de asegurar su disponibilidad en las épocas de escasez o carestía de pan, ejerciendo además un papel regulador de los precios.
A veces, como en nuestro caso, compartía edificio con la alhóndiga, establecimiento de génesis hispano musulmana, “funduq”, que ya comienzos del siglo XVII, Covarrubias en su «Tesoro de la lengva castellana”, definía como “la casa diputada para que los forasteros que viene[n] de la comarca a vender trigo a la ciudad, lo metan allí», pero además «también significa la que es para otras mercaderías”. Es decir, una especie de almacén de mercancías foráneas y además, en sus orígenes, hospedería para viajeros.
Los primeros datos que conocemos sobre la existencia de esta institución en El Puerto corresponden, según el estudio realizado por M. Ruiz Gallardo , al último tercio del siglo XVI. Inicialmente no existió un edificio específico para este fin, siendo común el alquiler de almacenes y graneros a particulares. Así en 1644, recoge este mismo autor, que había tres almacenes, uno público junto a la cárcel, de escaso tamaño, y dos privados.
No será hasta 1702 cuando se acometa la construcción de una casa ex profeso para acoger este establecimiento concejil. Para ello se utiliza un solar lindero con el muro de poniente del castillo que por entonces se encontraba en muy mal estado, casi todo caído. Este solar se lo había donado en 1695 la duquesa Catalina de Aragón al gobernador Juan Camacho Jaina (Ruiz Romero, 2005 p.131-132) y una hija de este se lo vendió al cabildo. Pero la falta de fondos en las depauperadas arcas municipales retrasó las obras varias décadas pues no culminaron hasta 1743, si nos atenemos a la fecha que consta en la lápida, aunque H. Sancho considera su construcción algo anterior según aparece en las actas capitulares.
En años posteriores, ante el volumen de reservas de grano, lo que obliga a alquilar unos almacenes que se encontraban sobre las carniceras, se va plantear la ampliación de los graneros utilizando para ello el solar anexo. Para ello, con los caudales de la propia institución, se hace “la obra de la Alhóndiga baja, siempre que se haga al mismo tiempo la alta que corresponde al Pósito…”
La última referencia al edificio recogida por Ruiz Gallardo (p.22), es de1840, año en que se renueva el techo del inmueble debido a su estado ruinoso, lo que no solo ponía en peligro sus fondos sino también los de la alhóndiga que se encontraba debajo.
Pocos datos conocemos sobre su arquitectura, al margen que debió poseer dos alturas y sendos accesos. Uno más ancho para el movimiento de carruajes y cabalgaduras y otro más pequeño, aunque más monumental, para la recogida de la mercancía por los ciudadanos, lo único que se conserva de la primitiva edificación. Al igual que otras construcciones del mismo carácter debió poseer trojes o grandes naves para el grano, y patios, que en las alhóndigas fueron un elemento esencial distribuidor del espacio interior del edificio, en torno al que quedaban organizadas las cámaras de almacenamiento.
Conocida popularmente como “la casa de los Millones” (Lozano Cid y García Pazos 1983, p. 67), quizá en recuerdo del impuesto sobre la alimentación que fue fijado por las Cortes de Castilla y estuvo vigente hasta el siglo XVIII, fue derribado en 1988 (FOT. 4), su espacio se convirtió en la plazuela que hoy conocemos y su portada desmontada y trasladada al fondo de la plazoleta formado parte de la fuente en la que se reproduce en un azulejo el mapamundi de Juan de la Cosa. –
R.G.R.