Cuando el Cabildo de Jerez abrió en el verano de 1648 el canal que unió la cegada madre vieja del Guadalete con el Salado o San Pedro (Foto 1), de inmediato El Puerto presentó al Consejo de Castilla una querella cuya resolución se prolongó hasta 1654, aunque, mientras el veredicto llegaba, las partes no permanecieron quietas.
En 1650 los portuenses echaron a pique en una boca del canal una galera que los jerezanos se encargaron de despejar. Pretendió entonces el duque de Medinaceli levantar un puente en el San Pedro, unos cientos de metros río abajo del canal, supuestamente para que los ganados pudieran acceder al pasto común que El Puerto tenía con Jerez y Puerto Real. Pero la verdadera intención era cerrar el paso a los barcos jerezanos, si bien no solo los jerezanos serían los perjudicados sino todos los barcos nacionales y extranjeros que fondeaban en el muelle de El Portal, por lo que el osado proyecto del duque no se ejecutó.
Comenzó entonces un toma y daca entre ambas ciudades, El Puerto dedicado a taponar el canal (con piedras ostioneras de la playa de Santa Catalina) y Jerez reabriéndolo. hasta que una sentencia del Consejo de Castilla de comienzos de marzo de 1654 conminó al Cabildo jerezano a que procediera de inmediato a su cierre. Jerez se negó a cumplir lo mandado y, como estaba prevenido, El Puerto se encargó, con cargo a Jerez, de cerrar el ilegal canal del olivar de Cartagena.
La obra se prolongó del 23 de marzo al 8 de junio de 1654, con un coste de 93.669 reales.Fue una obra deenvergadura, de la que se conserva en el Archivo Municipal una copiosa documentación entre la que se encuentra cada libranza de pago que generó la obra. Que consistió en clavar en ambas bocas del canal empalizadas de estacas (de 4,5 m y 1.760 tablas, sacadas de 1.029 pinos cortados y comprados en Puerto Real) y echar 1.625 carretadas de piedra de Santa Catalina que se sellaron con cajones de madera, resultando dos azudes inclinados en sus cuatro taludes.
Dirigió la obra el Ingeniero mayor y capitán Gerardo Coen. La mano de obra la componía 100 esclavos moros que en las galeras reales surtas en el Guadalete cumplían sus penas como galeotes más otros 83 esclavos propios de las familias pudientes de El Puerto, que fueron alimentados a base de pan y queso. Para el resguardo de los esclavos y materiales se construyeron junto a las bocas seis barracas de madera, custodiadas por personal de las galeras (dos comitres, un sotaalguacil y veinte marineros).
Entre otras herramientas, se emplearon 200 palas, 100 azadas, 100 espiochas, 100 pisones, 2 martinetes (para clavar las estacas) y 30 mazos roderos. Para inspeccionar la obra, en alguna ocasión visitó el lugar el todopoderoso duque de Medinaceli, en su coche, tras arreglarse el camino de acceso a la obra. Y por no faltar no faltó la presencia de un capellán que en días señalados ofició 16 misas, viniendo de El Puerto por el viejo camino de Sidueña a lomos de una mula.
Pese a la solidez de los azudes, en enero de 1655 grandes avenidas del Guadalete derribaron parcialmente las estacadas, por lo que fue preciso su reparación. Al paso de unos años, en el invierno de 1667, nuevas crecidas volverían a dañar la obra. Y así una vez tras otra…
A pesar de los sucesivos intentos de El Puerto para inutilizar el canal y que el Guadalete volviera a correr por la madre vieja, el curso que abrió Jerez en el verano de 1648 ha perdurado hasta nuestros días, por donde transcurre fundido al antiguo cauce del San Pedro. La opción portuense de mantener navegable la madre vieja, progresivamente más colmatada y con más bajos, era inviable.
Hubo un último intento en 1699, cuando el ingeniero Antonio Osorio presentó al Cabildo un proyecto para abrir, en término portuense inmediato al jerezano (como hizo Jerez medio siglo antes), un canal por el que el San Pedro fluyera y alimentara a la madre vieja; pero el proyecto, al no contar con la licencia del Estado, no se realizó ( Foto 3)
El tramo del Guadalete entre el muelle de Sidueña y El Portalillo (el caño de la Piedra que llamaban en Jerez) definitivamente se dio por cegado el año 1800. Sí continuó siendo navegable hasta el último tercio del s. XIX, con dificultad, la madre vieja o caño de La Piedad desde El Puerto al muelle de Sidueña, al pie de Doña Blanca, utilizado por barcazas que remontaban el río para cargar las aguadas en sus célebres manantiales (Foto 4)
Enrique Pérez Fernández