Entre los múltiples detalles que podemos observar en las dos fotografías aéreas de la ciudad realizadas en 1928 por W. Mittelholzer, nos detenemos el que fue colegio del Sagrado Corazón de Jesús que aparece en primer plano de una de las instantáneas (Fot. 1).
Ocupaba en esta fecha la práctica totalidad de la manzana situada entre las calles Larga, Luja, Chanca y Ribera del Río. Los edificios principales de la Congregación se localizaban en la zona próxima a la calle Larga, mientras que el resto estaba destinado a un extenso jardín y huerto.
Su proceso constructivo, estudiado por Fernando Acale Sánchez a quienes seguimos en estas líneas, provocó importantes transformaciones en la configuración de esta parte de la ciudad. En el mismo intervinieron algunos de los mejores arquitectos españoles del momento: Hernández-Rubio, Mariano González de Rojas y Joaquín Otamendi.
En origen, como puede verse en el plano de M. Palacios de 1864 (Fot. 2), se trataba de dos manzanas separadas entre sí por la calle Victoria (hoy Albareda), que se prolongaba hasta la calle Luja, por aquel entonces una estrecha callejuela de 3,5 m de ancho en el tramo que desembocaba en la Ribera del Río.
En la manzana situada entre Larga y Victoria se localizaba la casa isabelina de la familia Laffitte (Fot. 3), familia de estirpe francesa a uno de cuyos miembros, el empresario bodeguero y alcalde de El Puerto Rafael Lafitte Laffitte se debe su construcción. Dicha vivienda, en la que estuvo instalada durante un tiempo el asilo de las Hermanitas de los Pobres, fue comprada en 1898 por la Congregación de Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, que tras un período de siete años acondicionando el edificio, se trasladan a él, estableciendo uno de los centros escolares más prestigiosos de Andalucía (Fot. 4).
Pero no siendo el edificio suficiente para los fines de la institución – convento, escuela e internado de niñas nobles venidas de muchos puntos de la geografía nacional y colegio de enseñanza gratuita de niñas pobres de la ciudad –, la Congregación, fue adquiriendo las fincas colindantes tanto de esta manzana como de la manzana vecina hasta la misma Ribera, quedando por tanto el colegio dividido por la calle Victoria con el inconveniente que esto suponía.
Para evitar que las alumnas tuvieran que cruzar continuamente la calle, en 1909 a solicitud de la Superiora del colegio se construyó un pasaje subterráneo de comunicación entre ambas partes, paso que estuvo en uso hasta 1922. En esta fecha las Religiosas consiguen, mediante una permuta con el ayuntamiento, anexar al colegio el tramo de la calle Victoria a cambio de una franja de los terrenos de su propiedad en la calle Luja. Esto permitió al ayuntamiento el ensanche del último tramo de la misma hasta los 7 metros facilitando así el tránsito de carruajes, con el fin de descongestionar la calle Larga en los días de gran movimiento circulatorio en la población.
La nueva alineación, obra de Otamendi, aunque supuso la pérdida de algunos de los soportales de la Ribera e incluso de una espléndida casa dieciochesca con torre mirador situada en Luja 2, nos ha dejado un importante testimonio de la obra de este prestigioso arquitecto.
Afortunadamente aún se conserva la mayor parte del conjunto arquitectónico de Colegio que estuvo en funcionamiento hasta la llegada de la República en 1931, pasando posteriormente a convento de las Salesas.
R.G.R.