En 1994, tras la aprobación del proyecto de construcción del aparcamiento subterráneo en la plaza Isaac Peral, se planteó la necesidad de desmontar el conjunto de la azulejería del monumento debido a su importancia patrimonial, para, una vez finalizadas las obras, volver de nuevo a su lugar de origen con los mínimos cambios posibles.
Estos trabajos estuvieron a cargo de Javier M. de Lucas Almeida, restaurador del Museo Municipal. Todo el desarrollo de los mismos está recogido en el capítulo 13 del libro: VV.AA. Aportaciones al proceso…
Según indican los autores, inicialmente se contempló la posibilidad de extraer los azulejos individualmente, pero al encontrarse los de los bancos pegados con cemento y los de los paneles verticales con cal, arena y cemento, era imposible su extracción individual sin fracturarlos, por lo que se desmontaron los paneles completos incluidos los soportes (FOT. 1 arriba). Una vez en el almacén fueron reducidos en sus gruesos posteriores hasta llegar a un espesor de seguridad, a la espera de la finalización de las obras.
Concluido el aparcamiento y reedificado el cuerpo de mampostería del monumento de forma similar al diseño inicial (FOT. 2), se procedió a la colocación de los azulejos originales, de forma tradicional y manual, observando la misma composición que tuvieron. Solo el sobre-respaldo, el asiento de los bancos y los azulejos en forma de ángulo se repusieron en cerámica nueva, similar tanto en color como en formato a los antiguos. Un trabajo hecho con gran profesionalidad que debemos felicitar, pues ha permitido su conservación.
No obstante, el conjunto sufrió dos modificaciones importantes que a nuestro juicio lo han empobrecido de manera notable.
Por una parte, y no sabemos el motivo, no fue repuesta la solería original de la glorieta, habiéndose perdido las olambrillas que lo conformaban (FOT. 3). En el informe técnico firmado por el restaurador que nos ha facilitado el personal del Museo Municipal, consta una detallada relación de 197 olambrillas con los antiguos escudos de la ciudad y los títulos de la práctica totalidad de las obras del autor, así como su exacta distribución sobre plano y una fotografía del momento de su retirada (FOT. 1 abajo). Recordamos que dichas olambrillas, estaban relacionadas en la factura emitida por la fábrica de Vadillo en septiembre de 1949, desconociéndose su paradero actual.
Por otra parte, el busto sobre pedestal fue sustituido por una escultura de cuerpo entero, lo que ya en su día fue motivo de polémica. Con total falta de respeto a la obra de I. Pinazo se agregó a una copia de su busto un cuerpo inferior completamente nuevo, suplantando el trabajo original del artista y transformando su esencia, sin que esto obedezcan a ninguna necesidad de conservación, sino al mero capricho (FOT. 4). Además, esta escultura, debido a su ubicación, en el frente del monumento rompe por completo el concepto de glorieta y descompone la unidad que presentaba el conjunto.
Sin entrar en valoración artística de la obra de J. Tejada, autor de esta desafortunada escultura, es preciso señalar que nos encontramos ante un caso flagrante de falso histórico, al que incluso para más confusión se le ha colocado en la base la firma de Pinazo (FOTO 5), quien había fallecido en 1970. Ya en 1964 la Carta de Venecia reclamó la autenticidad frente a las reconstrucciones fantasiosas basadas en falsos costumbrismos, o en mero capricho como es este caso. Ojalá podamos eliminar esta desdichada intervención que en nada favorece ni al monumento ni a la ciudad y que lleva al desconcierto a las personas interesadas en la obra de Pinazo.
Pilar Sánchez Toscano y R.G.R.