El Arco de la Santísima Trinidad, situado en la Plaza de los Jazmines de El Puerto de Santa María, constituye una de las joyas urbanas del barroco tardío. Levantado en piedra arenisca y ladrillo en el siglo XVIII, se erige como puerta de acceso a la calle del mismo nombre. Su función sacral, subrayada por el relieve de la Santísima Trinidad, se combina con una composición inspirada en modelos clásicos y matices neoclásicos.
Su origen se remonta a la segunda década del siglo XVIII, cuando fue construido en un entorno de huertas y terrenos rústicos relacionados con la fábrica de tejidos “Santísima Trinidad”, propiedad de Manuel Ulpiano Rubio y vinculada a tierras de Manuel Cano.
En 1872 estuvo a punto de desaparecer. Se había calculado un presupuesto de 1.960 reales para su restauración, pero finalmente la intervención se realizó con apenas 541 reales, lo que permitió conservarlo. Desde entonces, el arco no solo sobrevivió, sino que inspiró portadas de bodegas municipales durante el siglo XX, dejando huella en el urbanismo local.
El monumento se estructura en dos cuerpos.
- El inferior, con un sólido marco de piedra, pilastras, un entablamento con friso de triglifos y metopas, y un arco carpanel de dovelas.
- El superior, con un frontón partido, volutas laterales, una hornacina con relieve antropomórfico de la Trinidad y jarrones cerámicos (uno de los cuales se ha perdido).
Hoy, el Arco de la Santísima Trinidad es mucho más que un elemento arquitectónico: es un símbolo urbano, emocional y patrimonial de la ciudad.
Gracias a las gestiones de la Asociación BETILO, que desde 2022 ha señalado con firmeza la necesidad de una intervención, el Ayuntamiento ha acometido la restauración integral del arco, asegurando así su permanencia y devolviéndole su esplendor.
Desde la Asociación BETILO, defensora del patrimonio histórico portuense, celebramos este logro y reconocemos la respuesta del Ayuntamiento, que ha sabido escuchar y actuar en favor de la memoria y la identidad de El Puerto de Santa María.
