El extraordinario desarrollo de la actividad bodeguera en el S. XIX en El Puerto dio lugar tanto a los grandes ensanches bodegueros del Campo de Guía y de la zona norte, como a la aparición por toda la ciudad histórica, de construcciones para uso bodeguero en solares y vacíos urbanos, algunos de los cuales vamos a recorrer en esta publicación.
Son un buen ejemplo de la armónica integración de los edificios bodegueros de mediano porte con los edificios y palacios históricos, configurando un paisaje urbano singular de nuestra ciudad.
Como venimos denunciando desde este portal, resulta sorprendente y contradictorio que al mismo tiempo que el PEPRICHYE protege este tipo de bodegas “urbanas”, esté propiciando la demolición y sustitución de bodegas por edificios impersonales de viviendas en el polígono del Campo de Guía.
En la esquina de las calles Diego Niño y Caldevilla (FOT. 1) tenemos un casco de bodega que desde 1980 es la sede de la Peña Flamenca El Nitri, con una perfecta integración de la estructura bodeguera con el uso como espacio flamenco, que resulta así magnificado (FOT. 2).
Este edificio fue edificado por Francisco de la Portilla, quien en el año 1865 solicitó autorización al Ayuntamiento para reformar las fachadas e incluía en su solicitud los planos de alzado a las calles Diego Niño y Caldevilla, obra del maestro Mayor Ángel Pinto (AHMEPS, Sección Policía Urbana, año 1865, expediente 15), Las iniciales del propietario y la fecha de construcción se conservan en los arcos de medio punto de las puertas, entre las que figura un sencillo escudo con las iniciales FP que pueden corresponder a las del propietario.
El edificio responde a la tipología clásica de casa bodega insertada en la trama urbana de una sola nave y cubierta a un agua, aunque con la singularidad de tener fachada a dos calles. Este hecho puede tener relación con el origen montañés de la familia de la Portilla, ya que en nuestra ciudad los montañeses solían preferir las esquinas para sus comercios.
En un viejo edificio, casi en ruinas (FOTS. 3 y 6) en la calle Aurora, del que hay poca información pero que por su bella fachada y arcadas fue bodega, se realizó una magnifica recuperación y adecuación para el uso de sede de APEMSA, en 1987, bajo proyecto del arquitecto Javier Ollero (FOTS. 4 y 7). Otro ejemplo de las posibilidades de uso que admiten los grandes contenedores bodegueros.
En la calle Cielos número 73, una bodega, casi mimetizada entre los edificios residenciales, esconde el uso de aparcamiento. Desde aquí llamamos la atención para que se ordene el adecentamiento de su bella fachada (FOT. 5).
Hasta fecha reciente algunas bodegas del centro histórico desarrollaron la actividad de crianza y venta de vinos como la bodega Zamorano en la calle Cantarería o la bodega las 7 Esquinas. Otras, como la bodega Obregón, afortunadamente continúan con la crianza, venta de vinos y actividad de taberna en la calle Zarza en el corazón del barrio alto, dando testimonio vivo de lo que fueron las tabernas y despachos de vino en El Puerto de Santa María (FOTS. 9 y 10).
Una antigua bodega en la calle La Palma fue rehabilitada en el año 2002 para sede del Club de Rugby Atlético Portuense bajo proyecto del arquitecto Manuel J. Basallote. Tiene una tipología clásica de casa bodega de una nave y cubierta a un agua insertada en la trama urbana. La rehabilitación ha sido muy cuidadosa con el edificio, conservando los pilares de piedra que están revocados, la viguería de madera, la cubierta de teja árabe y como valioso detalle presenta en exposición un trozo de muro que permite ver la antigüedad del edificio (FOT. 8).
Fernando Jiménez Romero/Juan Gómez Benítez












