Finalmente, no parece muy descabellado comparar este arco con algunas otras construcciones civiles y públicas posteriores caracterizadas en El Puerto por un anacronismo estilístico, como ciertas portadas de acceso a bodegas de la ciudad.
Tal analogía podemos observarla especialmente en la que se levanta a la entrada de la del Grupo Caballero en la calle San Francisco, que parece directamente inspirada (casi replicada) en el Arco de la Trinidad, aunque quizá fechable en los años treinta del siglo XX.
Idénticas resultan en ambas la composición general y detalles particulares como las pilastras laterales, el arco carpanel, el friso y el frontón del cuerpo superior, en ambos casos curvo e interrumpido por remates avolutados. En ella falta, obviamente, el relieve trinitario, sustituido en la entrada a esta bodega por una inscripción cronológica (“Año 1830”) separada por un escudo de armas (tronchado y en banda, con partición diagonal y cinco aspas repartidas por los cuarteles) y en lugar del frontón curvo en el remate del Arco aquí campea el emblema vinatero, un par de racimos de uvas con sus hojas de parra entrelazadas y superpuestas.
Por cierto, esta fecha puede dar lugar a dudas respecto a corresponder a la construcción de dicha portada (ausente en fotografías de finales del siglo XIX) porque, aunque ese fue el año de la fundación de la firma Caballero, hasta 1932 no se instala en El Puerto procedente de Chipiona.
Ese actual casco bodeguero data, posiblemente, de un siglo después del Arco estudiado, tras la adquisición de otras bodegas anteriores emplazadas en dicha ubicación. Habrá que investigar si procedía de esa otra ciudad costera, si pertenecía a un acceso interior en las de Febrés y Cuesta situadas en el mismo emplazamiento o si se levantó ya avanzado el siglo XX imitando al Arco de la Trinidad.
Asimismo, convendría estudiar la relación del escudo que campea en el tímpano del frustrado frontón perteneciente a la familia propietaria de la bodega o a quien mandara construir esta portada o que, incluso, fuera trasladado a la misma en otro momento. No queremos cerrar esta serie dedicada al Arco de la Trinidad sin expresar nuestro agradecimiento a la archivera municipal Ana Becerra Fabra, por su inestimable ayuda aportando datos de planos y padrones conservados el Archivo Histórico Municipal; a Ester López Rosendo que nos ha facilitado información sobre los resultados de los trabajos arqueológicos realizadas en Jardín de Cano y fotografías de los materiales de la ermita de Santa Clara; a Antonio Moreno Basallote, por el informe técnico sobre el estado de conservación y patologías de Arco y a F. García Áspera por las imágenes de 1988, fecha en la que se intentó su frustrada restauración.
Francisco González Luque