En artículos anteriores, a propósito de la exhibición en la exposición del Museo del Prado “Tan cerca, tan lejos. Guadalupe de México en España” (FOT. 1) dimos a conocer un importante cuadro de la Virgen de Guadalupe atribuido al pintor novohispano José de Ibarra conservado en la Prioral (https://betiloelpuerto.org/patrimonio/la-virgen-deguadalupe-y-el-puerto-de-sta-maria-un-cuadro-de-la-prioral-en-el-museo-del-prado-i/). También adelantábamos que no era la primera vez que esta pintura se mostraba en El Puerto. En 1992 se expuso públicamente junto a otras 25 representaciones en la antigua iglesia conventual de las Capuchinas convertida en Auditorio Municipal.
Con ocasión de la clausura de la muestra en Madrid queremos recordar esta otra interesante exposición que vino a refrescar la memoria de la difusión de esta devoción por nuestra ciudad y la riqueza de su iconografía con una considerable cantidad de pinturas custodiadas todavía en iglesias, conventos y colecciones particulares.
Con el título “Iconografía de la Virgen de Guadalupe en El Puerto” (FOT. 2) y organizada por la concejalía de Cultura del Ayto. portuense, la muestra fue una manera de conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de América y recordar su repercusión en esta ciudad. Guion, textos, documentación y coordinación corrieron a cargo de Mercedes García Pazos, historiadora del arte y técnico del área de Patrimonio Histórico de El Puerto en aquellas fechas. También se encargó de la edición de un folleto-catálogo ilustrado en el que se incluía (FOT. 3) una breve descripción de las veintiséis obras expuestas.
Recordándola apreciamos la variedad de técnicas y soportes que se seleccionaron. La mayoría de las piezas eran óleos sobre lienzo, cuyas medidas oscilaban entre 14,53 x 9,5 cm. y 277 x 182 cm. También se mostraron ocho cobres (FOT. 4), un par de esculturas, medallas, guardapelos, relicarios etc.
Diecinueve piezas fueron prestadas por coleccionistas particulares y el resto las cedieron conventos (Capuchinas, Concepción, Espíritu Santo), parroquias (Prioral y San Francisco), comunidad de jesuitas y el Colegio Luisa de Marillac.
De dos maneras reprodujeron las representaciones de la Virgen de Guadalupe los pintores cuyas obras se expusieron en 1992: la Virgen sola y acompañada de las apariciones. En el primer caso se representa a una Mujer erguiday orante, de tez morena o aceitunada como la de los nativos, cabizbaja y con manos unidasdelante del pecho, sin el Niño Jesús en sus brazos, en medio de un cielo nuboso y con atributos de Inmaculada Concepción: coronada como Reina del cielo, con aureola o mandorla de refulgentes rayos solares rodeándola, presencia de estrellas en el manto, la luna a sus pies y angelitos alrededor (FOT. 5).
El otro modelo iconográfico muestra en cuatro medallones (FOT. 6) situados en los ángulos del lienzo la secuencia del milagro de las rosas, las apariciones de la Virgen y la estampación de la misma en la tilma de Juan Diego, origen de esta devoción mexicana (FOT. 7) y en el centro de la parte inferior otro medallón rectangular con la vista idealizada del cerro Tepeyac y el santuario construido en honor de la Virgen de Guadalupe. Éstas comienzan a mostrase avanzado el s. XVIII. En ambos modelos no faltan los elementos decorativos como guirnaldas de flores, cintas o lazos y ángeles (FOT. 8).
En cuanto a los pintores, junto a muchos cuadros anónimos también se exhibieron obras de artistas de reconocido prestigio internacional, la mayoría de origen novohispano. El estudio en profundidad de las mismas podría aclarar algunas de las atribuciones, como la del cuadro de la Prioral expuesto en el Museo del Prado a José de Ibarra. Varias de estas pinturas conservan la firma. Incluso se podría analizar la evolución del estilo en ellas, desde el barroco del siglo XVII al rococó de avanzado el XVIII a través de varias generaciones de artistas mexicanos. Destacamos las dos obras de Juan Correa en colecciones particulares (de finales del XVII y 1719), Manuel de Arellano (fines del XVII), Antonio de Torres en tres cuadros (los de Capuchinas, fechado en 1725, Compañía de Jesús en 1729 (FOT. 9) y sin fechar el de la sacristía de la Concepción) y José de Ibarra (mediados del XVIII). De otros pintores menos conocidos como José Sánchez (FOT. 9) y M. Vilas (1706), también han llegado pinturas a familias portuenses y se exhibieron en aquella muestra.
Bástenos ahora, más de treinta años después, valorar aquel esfuerzo cultural que vino a poner de relieve la importancia e interés de nuestro patrimonio mueble y que debe ser conocido, conservado y legado a generaciones futuras, cuestión, al parecer, alejada de las intenciones de instituciones municipales en la actualidad. –
Francisco González Luque











