La fachada alzada en la calle La Palma mantiene las características ya señaladas en otras bodegas del conjunto histórico en cuanto a simetría, sobriedad, monumentalidad y, en este caso, acusada horizontalidad. La conservación actual es muy buena y ha sabido respetar casi la totalidad de su diseño primitivo, con escasa alteración de elementos arquitectónicos u ornamentales. De hecho, su simplicidad y ausencia de decoración se mantienen vigentes ciento setenta años después. (FOT. 1). Pero se aprecia que en la actualidad falta la puerta de acceso del extremo derecho en el alzado original; no sabemos si la modificación se realizó durante la construcción o posteriormente.
El lienzo de muro se levanta sobre un zócalo de escasa altura únicamente interrumpido por el hueco de ingreso a la bodega, abierto en el extremo izquierdo de su fachada. Un único cuerpo se comunica con el interior mediante cuatro sencillas ventanas adinteladas y recercadas por molduras lisas de cantería que ocupan prácticamente la totalidad de ésta, elemento repetido tanto en jambas y dintel de la puerta como en el remate superior. Sobre éste se eleva una sobresaliente cornisa también de piedra donde descansa el pretil que corre a lo ancho de toda la fachada. Carece del gran frontón triangular que caracteriza buena parte de estas bodegas.
Su planta tiene un trazado irregular combinando el rectángulo y un trapezoide, ya que en el lado mayor lindante con la calle donde se levanta muestra la oblicuidad debida a la adaptación a la topografía de la calle La Palma en este trayecto. Observando el plano distinguimos cinco crujías paralelas entre sí y a la calle e idéntica división en sentido contrario (FOT. 2).
En cuanto al alzado interior, las cinco naves citadas quedan separadas por 24 pilares de sección prismática y planta cuadrada (16 exentos y 8 adosados a los muros laterales). Están construidos en ladrillo cubiertos de revoque, aunque actualmente se conservan ennegrecidos por efecto de la humedad (FOT 3).
Sobre sus capiteles se apoyan las vigas maestras de madera también llamadas jácenas que soportan vigas de menor sección y la cubierta a dos aguas de teja árabe. La jácena no apoya directamente sobre el pilar, sino en otra pieza de madera llamada ménsula, cuya función es repartir el peso de la cubierta en mayor longitud de viga (FOT. 4). A diferencia de otros interiores bodegueros, estas naves, como señalamos, no incorporan arcos sobre columnas o pilares que las separen. Esta estructura conocida como arquitrabada era utilizada en ocasiones porque, según los especialistas, era más simple y menos costosa que la de arcadas. Otros elementos conservados en este espacio son los esterones mantenidos en algunas de sus ventanas rectangulares para filtrar la luz (FOT. 4).
Durante mucho tiempo la bodega La Honda albergó la solera de vino fino La Honda que contaba con diez escalas. Era un vino excepcional, de los conocidos como “de pañuelo”. Se dice que el nombre Fino Quinta procede de que inicialmente se extraía de la quinta escala de esta solera. Esta se trasladó a la bodega de Mora en el año 2010, donde se conserva en la actualidad y se comercializa como Fino La Honda en rama.
En la actualidad esta bodega se encuentra vacía y sin uso
La bodega La Honda, al igual que todo el conjunto bodeguero compuesto además por La Palma, Los Cuarteles y Exportación, está catalogada en el Peprichye con Nivel II o de Protección Global, categoría otorgada a edificios de “elevado interés arquitectónico y singular, inmuebles en los que confluyen valores de gran significación histórica y estética, y sólo se permiten las “obras tendentes a la buena conservación del patrimonio edificado” y se prohíben su demolición total o parcial y ampliaciones verticales y horizontales, debiendo respetarse “tipología, morfología y ornamentación original”.
Juan Gómez Benítez y Francisco González Luque