Todas las manifestaciones artísticas conservadas en el monasterio de la Concepción de El Puerto son de gran importancia histórica y calidad estética. Así lo atestiguan desde una arquitectura barroca típicamente conventual y dieciochesca tanto en su exterior como en la iglesia, coros, claustro, sacristías y otras dependencias del interior hasta las distintas facetas de patrimonio mueble materializadas en una gran diversidad de piezas artísticas: rejas y puertas, retablos y esculturas, pinturas, laudas sepulcrales y artes suntuarias.
Algunas están firmadas por retablistas, escultores, pintores, ceramistas y plateros de primera clase y otras están atribuidas a artistas de los siglos XVI al XX, abundando los correspondientes al estilo barroco, imperante en la reconstrucción dieciochesca del convento y el ornato de sus dependencias. También difieren las distintas iconografías, materiales y procedencias, ya que comparten espacio y devoción obras concebidas para este monasterio con otras de distintos conventos concepcionistas de la provincia (Jerez y Villamartín) y de la localidad, tras la desamortización de conventos masculinos (San Francisco y Santo Domingo), cierre y consiguiente dispersión de muchas de sus piezas artísticas.
La iglesia y los coros poseen una serie de RETABLOS y altares barrocos y rococó asociados a la familia Navarro y otros anónimos de gran calidad. Poseen gran categoría y mérito artístico varias ESCULTURAS barrocas como un San José atribuido a Camacho Mendoza, un Atado a la columna y san Francisco de Ignacio López, varias figuras de Niño Jesús y san Juanito de escuela sevillana, varias Inmaculadas de madera policromada y distinto estilo y procedencia, imágenes marianas de diversas advocaciones, tallas de diferentes santos, una Dolorosa italiana del XVIII firmada por Silvester Jacobelli, ángeles lampareros y otras tallas de los siglos XVI al XX en retablos repartidos por iglesia, coros y otras dependencias.
La colección de PINTURAS también es magnífica, tanto las firmadas (un par de Vírgenes de Guadalupe, de Avellaneda y Torres) como las atribuidas (San Francisco, de Pacheco) y muchas anónimas.
Igualmente, interesantes son los paños de AZULEJOS conservados en el coro bajo, la cratícula y la capilla mayor. Son de arista, de tabla, del siglo XVI y origen sevillano procedentes de otras dependencias y reaprovechados para decorar con motivos renacentistas estos espacios. Igualmente, interesantes son los holandeses del XVII conservados en la sacristía externa.
No podemos olvidar una serie de piezas de ARTES SUNTUARIAS de gran mérito artístico. Citamos el par de atriles conservados en el coro bajo, el báculo de la fundadora del siglo XVIII, varios vasos sagrados de plata (cálices, copones, vinajeras, navetas, custodias…) de distintos estilos, épocas y de distinta procedencia y algunas piezas textiles.
Finalmente, en el pavimento remozado de su iglesia se conservan LÁPIDAS con inscripciones que atestiguan la devoción que al convento y su iglesia tenían algunos de los principales personajes de la villa portuense y grandes benefactores del convento de los siglos XVII y XVIII que lo eligieron para recibir sepultura en él. Destacan las de Suarez de Siqueira (1611), regidor y miembro de la Inquisición y las de los cargadores a Indias Vizarrón Araníbar (1732) y los hermanos Barrios (Diego José en 1753 y Jacinto José en 1771).
Este extraordinario legado artístico acumulado a lo largo de cinco siglos testimonia un esplendor pasado que no puede olvidarse ni perderse. Es responsabilidad de todos (instituciones eclesiásticas y civiles, públicas y privadas) mantener, transmitir y legar a generaciones futuras esta joya espiritual y estética que es el portuense convento de la Concepción, uno de sus monumentos imprescindibles.
Francisco González. Luque