El claustro, anexo a la iglesia, es un gran patio cuadrado de doble altura. Siguiendo las descripciones realizadas por C. García Peña, M. García Pazos y F. González Luque, el piso inferior lo forman cuatro pórticos de arcos ojivales peraltados (FOT. 1) con galerías que se abren al patio mediante seis arcos apuntados, siendo más estrechos los de los extremos para crear un efecto visual de grandiosidad (FOT. 2). Los pilares de apoyo de estos arcos se refuerzan por el exterior con gruesos contrafuertes, perforados en su parte baja por arcos rebajados de escasa altura a modo de paso abierto (FOT. 3). En uno de estos contrafuertes encontramos el escudo de los de la Cerda (FOT. 4) y en otro un reloj de sol (FOT 5).
Las galerías de este piso inferior están cubiertas por bóvedas de crucería simple que en las esquinas forman una estrella (FOT 6). Todas están decoradas en las claves con distintos motivos: vegetales, simbólicos y figurativos (querubines, santos virtudes), incluso en dos de ellas parecen estar representados los propios duques (FOT. 7).
El segundo cuerpo del claustro (FOT. 8), de cronología posterior, responde a un planteamiento renacentista en sus arcos rebajados apeados en semi-columnas toscanas en tres de sus lados y sobre pilastras almohadilladas en el cuarto. Este segundo cuerpo fue sometido a reformas y está hoy cegado por paramentos en los que se abren vanos rectangulares y óculos.
Paralelos al corredor NE del claustro se abren varias dependencias comunicadas entre si interpretadas, la de menores dimensiones como sala capitular y la mayor como refectorio. Sus elementos arquitectónicos y decorativos repiten en líneas generales los vistos en el resto del conjunto. Entre las figuras que decoran las claves de estas estancias aparece en la bóveda central del refectorio la imagen titular del templo, Ntra. Sra. de la Victoria (FOT. 9), de cuyo carácter milagroso se hacen eco numerosas fuentes de la época.
Corona todo el conjunto la torre (FOT. 10), situada en la esquina del claustro junto a la fachada principal de la iglesia. Interiormente se divide en dos cuerpos. El primero, gótico, se cubre con bóveda de crucería de terceletes muy decorada. El superior realizado a inicios del siglo XVIII se abre al exterior por pares de vanos alargados de medio punto que habrían de albergar las campanas.
Las dependencias domésticas, aunque han desaparecido por completo, ocupaban el flanco SE del conjunto. Cerca de la torre de la iglesia, se encontraba la portería.
La construcción del monasterio requirió de un gran esfuerzo humano, técnico y económico, pero contó con la ventaja de la tradición local en el uso de la piedra, gracias a la proximidad de las canteras de la Sierra de San Cristóbal.
La numerosa documentación conservada en el Archivo Ducal de Medinaceli, estudiada por R. Romero Medina, permite conocer, entre otros muchos aspectos, la existencia de dos colectivos de canteros perfectamente diferenciados en función del trabajo: los ‘canteros sacadores’ de la Sierra de San Cristóbal y los ‘canteros constructores’ que componían el taller de cantería, así como los tipos de signos lapidarios que servía para acreditar y cobrar el trabajo realizado. Uno de estos signos, considerado marca de origen de un sacador de la cantera, es perfectamente visible en la fachada suroeste de la iglesia (FOT. 11). –
R.G.R. y Pilar Sánchez Toscano.
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