La importancia del convento fue enorme llegando a albergar, según Pomar Rodil, más de sesenta frailes. Desde su fundación ha pasado por diversas vicisitudes: la invasión angloholandesa de 1702, la riada que siguió al terremoto de 1755, la invasión napoleónica, en la que fue expoliado, y la posterior secularización debido a la desamortización de Mendizábal. En el siglo XVIII fue sede de estudios teológicos y artísticos y en el siglo XIX seminario y noviciado jesuita. A finales del siglo XIX y hasta 1981 pasó a tener uso penitenciario.
En 1978 la iglesia de la entonces prisión central fue declarada Monumento Histórico Artístico, no afectando dicha declaración a las dependencias del antiguo monasterio. Posteriormente, en 2011, fue ampliada esta protección extendiéndola a la totalidad del inmueble, siendo declarado BIC (Bien de Interés Cultural).
Tras cesar su función como prisión el edificio quedó cerrado, si bien en 1986 se utilizó para albergar parte del depósito del Archivo Municipal mientras la sede del Ayuntamiento estaba en obras. Este uso concluyó con un incendio intencionado que supuso pérdidas considerables a los fondos documentales.
Su ubicación cercana al Guadalete favoreció, debido a la elevada humedad, la aparición de vegetación en fisuras y grietas de los muros. Nidos de aves fueron socavando el estado de las cubiertas, mientras la piedra se fue deteriorado merced a su elevada porosidad. Como consecuencia, aparecieron desprendimientos en la fachada y el techo a cuatro aguas de la torre se vino abajo, dejando a la intemperie la bóveda de terceletes.
El progresivo deterioro llevó a que en el año 2006 fuese necesario realizar una intervención estructural urgente en la que se sanearon muros, portada (FOT. 1), se volvió a techar la torre, se dotó de nueva cubierta de chapa metálica las cuatro alas que rodean al claustro etc. También se rellenaron los huecos de pérdidas en la piedra de la zona del claustro para evitar la presencia de nidos (FOT. 2 ), se protegieron los elementos ornamentales de los capiteles para preservar su decoración (FOT. 3), todas medidas para mantenerlo y evitar que hubiese que declararlo en ruina.
Desde entonces el conjunto apenas ha tenido trabajos de mantenimiento. Ha sido utilizado como sede puntual para usos culturales y oficiales. Las estancias abiertas al patio del claustro en planta baja han sido habilitadas para servir como salas de exposiciones temporales (FOT. 4), proyecciones o conferencias.
En abril de 2023 los arquitectos Ramón Pico Valimaña y Javier López Rivera en virtud de un contrato de servicios redactaron un ‘Anteproyectode las obras de rehabilitación del Monasterio de la Victoria’, dividido en dos fases, destinado a concurrir al “Programa de mejora de la competitividad y de dinamización del Patrimonio Histórico con uso turístico”, solicitud que lamentablemente no fue aprobada.
En la actualidad el monasterio, a pesar de no presentar problemas inminentes de estabilidad, está necesitado de una actuación integral de limpieza, restauración (FOT. 5 y 6), conservación y puesta en uso. También requiere, para permitir su conocimiento y sus valores patrimoniales, un horario de visitas más extenso que el actual, reducido a unas horas en un solo día a la semana. El estado de los alrededores es dantesco, siendo un auténtico vertedero en algunas zonas, y es triste el declive del Paseo de la Victoria, antigua huerta del monasterio y jardín público desde el siglo XVIII.
Esperamos que las actuaciones que se han anunciado recientemente estén a la altura de la historia que atesora este monumento y sean capaces de mostrarlo como testigo de siglos de nuestra historia local. –
Pilar Sánchez Toscano y R.G.R.








