En 1720 a raíz de la peste que arrasó la ciudad de Marsella, la monarquía borbónica dispuso la creación de la Junta Suprema de Sanidad que dictó enérgicas medidas para prevenir los contagios. Dado que se consideraba que el inicio de una epidemia estaba relacionado con la llegada de viajeros y barcos con géneros infectados, aparte de la vigilancia de costas y de control de buques y puertos, se dictaminó la creación de un completo sistema de lazaretos.
Institucionalmente regulados, eran recintos aislados y cercados, donde se insertaban diversos pabellones y construcciones más o menos separadas, cuya finalidad era en primer lugar acoger a las personas y mercaderías que llegaran de lugares infectados, así como a las personas o cosas con las que habían tenido contacto, y después, una vez en este lugar, cumplir la cuarentena y determinar su limpieza.
En el caso de la Bahía de Cádiz, desde 1721 fueron varios los proyectos que se plantearon, todos ellos estudiados por Cirici Narváez, así como distintos los lugares de litoral de la Bahía elegidos para su construcción.
Es el proyecto realizado en 1763 por el ingeniero Antonio Gaver, miembro de la Real Junta de Fortificaciones de Cádiz, el que señala el paraje situado junto al fuerte de Santa Catalina como el mas idóneo para la edificación del ansiado lazareto.
Gaver traza, los diferentes emplazamientos donde se podía o había sido pensado hasta ese momento ubicar el lazareto y tras analizar las ventajas e inconvenientes de cada uno, manifiesta como mas viable el terreno inmediato al Castillo de Santa Catalina de El Puerto.
En la explicación que acompaña el detalle del proyecto, conservado en el Archivo General de Simancas, relata las principales ventajas del lugar:
Que el terreno es en una altura que goza de toda ventilación; que se puede fundar sobre peña y de esta misma construir el edificio […]; los pozos que en el se hagan son de agua dulce; los hornos de cal están en este mismo paraje; se halla distante de El Puerto de Santa María media legua; está asimismo custodiado (por) el Castillo y la Batería; que la dársena se puede construir con mas facilidad que en los demás parajes vistos por tener mas fondo y no necesitar canal; que los navíos podrán entrar en cualquier tiempo sin mezclarse con los de El Puerto; que no tiene comunicación alguna con la parte de tierra.
A pesar del interés que tenia para la Bahía de Cádiz la construcción de este lazareto, debido a su intenso trafico comercial de carácter internacional, la falta de acuerdo entre los diferentes ingenieros sobre el terreno en el que debía edificarse, así como la escasez de fondos dio al traste con esta aspiración. No obstante, a lo largo del s. XVIII y parte del XIX el lazareto provisional de la Bahía de Cádiz se instaló intermitentemente en la Casería de Infante, en la Isla de León.
R.G.R.
