Siglo XVIII. El Fuerte

Fuerte de Santa Catalina

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Hasta 1702 el Castillo de Santa Catalina no volverá a ser protagonista de unos hechos decisivos para nuestra historia. El 23 de agosto de ese año una enorme flota conjunta anglo-holandesa con casi 200 buques y 25.000 hombres llegaba a la entrada de la Bahía de Cádiz para la toma de ésta en el marco de la Guerra de Sucesión española entre los bandos del Archiduque Carlos de Austria, apoyados por ingleses y holandeses y el bando borbónico de Felipe V, con un claro apoyo francés.

Tras un intenso fuego cruzado de artillería que impidió el acceso por mar a la bahía, la flota anglo holandesa desembarcó en los Cañuelos. Después de cercar a la guarnición en la torre de Santa Catalina, consiguieron la rendición de ésta y volaron el castillo.

Reconstruido y ampliado por Ignacio Salas, según plano realizado en 1737, contaba con: cuerpo de guardia (F), cobertizo (G), almacén de pólvora (H), alojamientos (I), iglesia (K), cuarteles (L), almacenes (M), caballerizas (N) cocinas (O), aljibe (P), tinglado (T), pozo (I), además de la antigua torre (Q). El frente del mar se cerraba en forma casi semicircular, mientras que el de tierra, en hornabeque, contaba con foso y camino cubierto con plaza de armas.

En 1759 Francisco de Lapierre para evitar la ruina que amenaza el terreno anexo a la puerta de acceso a al castillo por la parte de la línea de costa construye una prolongación de la batería baja. A esta ampliación corresponden los conocidos murallones que se conservan en la playa, conocida popularmente “playa de la muralla”.

Asimismo, poseía la fortaleza por el frente de mar potentes arrecifes de piedra que actuaban como defensas naturales. Estos arrecifes son representados por Luis Huet y Lambert, director de Ingenieros de Andalucía con residencia en Cádiz, quien en 1795 levanta a un plano del Castillo y sus inmediaciones hasta Fuerte Ciudad, para su envió, al conde de Campo Alange, en el que traza la línea de arrecifes “que defienden la fortificación de la ruina que los temporales de invierno le causarían sin este obstáculo o defensa natural”, indicando además “los parajes en los que últimamente se ha sacado cantería” y que era necesario reforzar.

En definitiva, Santa Catalina se convirtió en el punto costero más importante de todos los que se construyeron para completar el sistema defensivo de Cádiz durante el siglo XVIII, a saber: Ciudad, La Arenilla, La Bermeja, El Palmar, La Puntilla y La Laja (hoy El Castillito).

MA.M.V. y R.G.R.

Fuerte de Santa Catalina
Año 1737. Ignacio Sala. Plano del Castillo de Santa Catalina en el Puerto de Santa Maria [Material cartográfico]. MCD. Archivo General de Simancas. Signatura: MPD,08, 245.

Año 1795. Luis Huet. ‘Plano y Perfiles del Castillo de S[an]ta Catalina del Puerto con el de sus inmediaciones hasta Fuerte Ciudad que manifiesta los Arrecifes de Piedra que defienden sus Fortificaciones y Playas de las mayores ruinas que los Temporales de Ymbierno les causarian sin este obstaculo o defensa natural […]. MCD. Archivo General de Simancas. Signatura: MPD, 60, 012

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