Es un edificio que suele pasar desapercibido pese a su gran porte (42 x 23 m) y ocupar un destacado espacio a la entrada de la ciudad por Pozos Dulces, donde la Ribera del Río y la del Marisco convergen. Debe ser por la sencillez de su arquitectura de dos plantas con muchos vanos y tejado a dos aguas, a modo de un gran almacén o granero, que es la función para la que los militares lo construyeron (FOT. 1).
Tenemos algunas dudas sobre cuándo. Hace años, según leímos en un documento del Archivo Municipal, la datamos en 1781, dos años después de levantarse enfrente el puente de barcas de San Alejandro. Pero en la preciosa hornacina –hoy en un estado de conservación lamentable- que está en la fachada de la Ribera del Río, junto a la casa aneja del s. XIX que hace esquina a Puerto Escondido, reza la fecha de 1760 (FOT. 2). O se construyó entonces el inmueble, o en 1781 se repuso el nicho procedente de otro edificio.
Lo cierto es que la ‘Casa de la Provisión’ se edificó para ser el almacén de víveres que abasteció a las tropas acantonadas en la ciudad, las de los cuarteles de la plaza del Polvorista y el del Alamillo, junto a la Plaza de Toros. El primero fue el que se construyó en el Polvorista en 1675 como cuartel de infantería, derribado en 1765 para levantarse uno de caballería que a su vez fue sustituido por otro de infantería en 1815.
También fue conocida como ‘Casa de la Munición’, que no hacía referencia al almacenamiento de armas y municiones, que para eso estaban los cuarteles, sino a las llamadas ‘municiones de boca’, los víveres y forrajes destinados al suministro de militares y caballerías.
Se edificó el inmueble militar junto a una pequeña ensenada que la corriente del río formó de antiguo, cuyas aguas, durante las crecidas, golpeaban las fachadas de las casas y portales de la ribera (FOT. 3). Ensenada que perduró hasta que en 1873 comenzó a cegarse para levantar una muralla de encauzamiento del río entre el puente colgante de San Alejandro y la plaza de la Herrería (138 años después de la que se erigió –en 1735- desde las Galeras a la Herrería). Trabajos de la nueva muralla que se prolongaron, con la crispación de los portuenses como telón de fondo, hasta 1884 (FOT. 4).
Al mismo pie de la ‘Casa de la Provisión’ se construyó, para el uso exclusivo de los militares, un muelle de madera sobre pilotes, donde desembarcaban los víveres que almacenaban en el inmueble. Para su uso exclusivo, sí, pero se conoce que en 1782 y a petición de Juan Pérez de Mena, arrendador de las rentas de los arbitrios municipales, se formó un auto contra Tomás de Goyechea, administrador de la Provisión, para “que no consienta que por el muelle al pie de la casa de la Provisión embarque o desembarque géneros de dueños particulares, pues la ciudad tiene para ello el muelle de madera y surtidas bajas [en la plaza de la Pescadería y aledaños], ya que éste es sólo para la provisión”; hecho que ocultaba eludir el pago de los aranceles fijados sobre los géneros y productos embarcados y desembarcados en el río.
Ese humilde muelle sobre pilotes es el que Federico Rubio mencionó en sus Memorias recordando una travesura que de niño vivió en el río, en 1840, que a punto estuvo de costarle la vida:
“El lugar de mi partida fue como a mitad de la distancia que media entre el puente [de barcas de San Alejandro] y un almacén que hay a la derecha, construido sobre pilotes, y que tiene a modo de un muellecito, que el río cubre en las crecientes y lame en las menguantes.
[…] Lacerado cual se puede suponer, casi exhausto, llegué al punto donde, sobresaliendo el muelle del almacén, vi cortada mi carrera de caimán o de hipopótamo. Era preciso volver a convertirse en pez. Empresa vana: el cansancio extremado, el río veloz en opuesto sentido, hacíanme retroceder lo avanzado con tan penoso arrastre. Tenté a ver si agarrándome a las junturas de los cantos de la construcción podía pasar; y ¡oh, ventura!, casi a nivel de agua toqué una magnífica hilera de estacas o defensa de pilotes que corrían por todo lo largo de la pared [estacada que se recompuso en 1854]. Ganada ya la última estaca, volví a nadar sobre la orilla; y fuese porque el estribo del puente cortase la fuerza de las aguas, fuese por haber terminado la bajamar, vi que adelantaba regularmente y sin obstáculos que vencer.”
La muralla del río levantada entre 1873-1884 dejó mucho que desear, por lo que de inmediato fue preciso acometer nuevas obras –conocidas en la época como ‘la Canalización’- que se prolongaron hasta 1895, cuando el entorno del muelle y de la ‘Casa de la Provisión’ quedó definitivamente habilitado con la fundación del Parque Calderón (FOT. 5).
Y ahí sigue casi como si no estuviera la ‘Casa de la Provisión’ o ‘de la Munición,’ el viejo almacén militar al que hace unos años, en noviembre de 2014, le dieron un ‘lavado de cara pintando sus fachadas, pero no pudieron ocultar el pésimo estado de conservación que presenta sus estructuras interiores. Como para rehabilitarlo. Pero no lo harán.
Enrique Pérez Fernández