El sábado 7 de septiembre de 20024 se clausuró la segunda exposición en la casa palacio del reloj de sol, la Casa del Reloj, en pleno Barrio Alto. Tras la inicial de Magdalena Bachiller llegó la de la artista italiana Clelia Muchetti.
Entrando a la Casa del Reloj te atrapa la belleza de su patio y sus originales columnas en mármol negro. Desde el patio, por una puerta a la izquierda se accede a lo que fueron las cocinas del Bar el Reloj. Ahí empieza la exposición que se continúa por la estancia de la barra del bar. Honorio Aguilar el arquitecto —y propietario— que ha realizado la rehabilitación, ha mantenido los elementos esenciales del bar.
La pintura de Clelia es poderosa. Una abstracción expresionista —tocada de lirismo—colores vibrantes, texturas densas. El arte de Clelia encaja, dialoga, juega, con los arcos, las paredes, la luz que entra gracias a la magnífica orientación del bar. Las pinturas armonizan y dan valor a elementos del bar, como botas, duelas, magníficas piezas de barro recuperadas …junto a otros muebles y objetos —sillones, una bañera…— que dan un contrapunto absolutamente inesperado. Las obras de Clelia resultan más sugerentes rodeadas de objetos artesanales, y en esa relación con lo manual y sus materiales, parece estar la magia de esa simbiosis. La “expresión” de la pintura da luz a lo antiguo, una nueva vida, una recuperación de su funcionalidad, otra funcionalidad, además de resaltar sus valores plásticos y estéticos. El arte nos cambia la mirada y la forma de pensar y de sentir. Y esa realidad, ese bar, ese patio, esa casa…parecen encontrar así nuevos significados. Un bar antiguo, con todo su valor ciudadano, reconvertido en sala de exposiciones, sin dejar su orientación inicial —recientemente se celebró una cata de vinos—.
En conclusión, la magníficamente rehabilitada Casa del Reloj —ver la Intervención de Honorio en nuestros Diálogos sobre Patrimonio y Centro Histórico— junto con sus actividades asociadas están siendo un hito fundacional en la tan necesaria dinamización y recuperación del Barrio Alto.
Joaquín Moreno Marchal