Los cambios acaecidos en este espacio a lo largo del siglo pasado han sido estudiados extensamente por E. Pérez Fernández, por lo que para mayor información remitimos a los lectores interesados a su libro “El Vergel del Conde y el Parque Calderón”.
Siguiendo a este investigador, es en 1840 cuando el ayuntamiento otorgó la primera concesión a una empresa de vapores para el embarque y desembarque de pasajeros y cargamentos en el muelle de las Galeras, motivo por el que el muelle de las Galeras será conocido como el “muelle de los Vapores”. Sustituía así de manera progresiva, debido sobre todo a obras de canalización del río, al “muelle del Embarcadero”, que había sido el punto de atraque de barcos de pasaje desde mediados del siglo XVIII y que a partir de la construcción en 1876 de la nueva lonja de pescado, pasará a conocerse como “muelle de la Pescadería”.
En el cantil del muelle justo en la mitad de la longitud del paseo del Vergel, en 1907 el armador Joaquín Ariza Sánchez instaló para facilitar sus labores de estiba la primera grúa con la que contó este muelle. Se trataba inicialmente de una grúa de madera que en 1925 la Jefatura de Obras Públicas sustituyo por una grúa manual de hierro, destinada a uso público, grúa que hoy luce dentro del arrinconado y semioculto espacio expositivo allí existente.
En 1922 también Obras Públicas levantó junto a la fuente de las Galeras un tinglado portuario para depósito de botas y otras mercancías. Realizado con estructura de hierro fundido y cerrado con planchas de madera y más tarde de uralita, estuvo en uso hasta los años 60. Hoy, con sus paredes acristaladas está ocupado por un conocido pub, constituyendo junto con la fuente, el espacio expositivo del muelle, así como otros elementos históricos del mobiliario portuario conservados, como la farola de gas, única que se conserva de este sistema de iluminación en la ciudad, o el noray y la baranda original, un conjunto privilegiado integrado plenamente en la ciudad, testigo de la historia marítima de El Puerto, y totalmente infravalorado.
En lo que se refiere al muelle de las Galeras, tras el trágico suceso de la explosión en 1929 del último vapor, el “Cádiz”, afectando gravemente al muelle, hasta el punto de dejarlo inservible, se acordó su reconstrucción en hormigón armado. Su inauguración tuvo lugar el 31 de julio de 1930, festividad de San Ignacio, razón por la que lleva este nombre, aunque se le sigue conociendo como el “muelle del vapor”, que es con algunas reformas el que sigue existiendo en la actualidad.
Otros muchos elementos, hoy desparecidos, han formado parte del paisaje urbano de esta plaza a lo largo del siglo XX. Entre ellos recordamos por su gran impacto visual el depósito de agua que estuvo emplazado junto a la fuente de las Galeras, conocido como “la copa”, que fue derribado en 1958.
En el último cuarto del XX y primeras décadas del XXI la plaza de las Galeras Reales solo conserva de plaza su nombre, tratándose de una pieza urbana fundamental de nuestra historia y un espacio clave en la revitalización de nuestro casco histórico.
Desde Betilo consideramos necesaria la recuperación y peatonalización tanto de la plaza como del histórico muelle. En este sentido, hemos presentado al ayuntamiento una propuesta elaborada en colaboración con el estudio M2DS ARQUITECTOS que puede verse en
Los cambios acaecidos en este espacio a lo largo del siglo pasado han sido estudiados extensamente por E. Pérez Fernández, por lo que para mayor información remitimos a los lectores interesados a su libro “El Vergel del Conde y el Parque Calderón”.
Siguiendo a este investigador, es en 1840 cuando el Ayuntamiento otorgó la primera concesión a una empresa de vapores para el embarque y desembarque de pasajeros y cargamentos en el muelle de las Galeras, motivo por el que será conocido como el “muelle de los Vapores”. Sustituía así de manera progresiva, debido sobre todo a obras de canalización del río, al “muelle del Embarcadero”, que había sido el punto de atraque de barcos de pasaje desde mediados del siglo XVIII y que a partir de la construcción en 1876 de la nueva lonja de pescado, pasará a conocerse como “muelle de la Pescadería”.
En el cantil del muelle justo en la mitad de la longitud del paseo del Vergel, en 1907 el armador Joaquín Ariza Sánchez instaló para facilitar sus labores de estiba la primera grúa con la que contó este muelle. Se trataba inicialmente de una grúa de madera, que en 1925 la Jefatura de Obras Públicas sustituyo por una grúa manual de hierro, destinada a uso público, grúa que hoy luce dentro del arrinconado y semioculto espacio expositivo allí existente.
En 1922 también Obras Públicas levantó junto a la fuente de las Galeras un tinglado portuario para depósito de botas y otras mercancías. Realizado con estructura de hierro fundido y cerrado con planchas de madera y más tarde de uralita, estuvo en uso hasta los años 60. Hoy, con sus paredes acristaladas está ocupado por un conocido pub, constituyendo junto con la fuente, el espacio expositivo del muelle, así como otros elementos históricos del mobiliario portuario conservados, como la farola de gas, única que se conserva de este sistema de iluminación en la ciudad, o el noray y la baranda original, un conjunto privilegiado integrado plenamente en la ciudad, testigo de la historia marítima de El Puerto, y totalmente infravalorado.
En lo que se refiere al muelle de las Galeras, tras el trágico suceso de la explosión en 1929 del último vapor, el “Cádiz”, afectando gravemente al muelle, hasta el punto de dejarlo inservible, se acordó su reconstrucción en hormigón armado. Su inauguración tuvo lugar el 31 de julio de 1930, festividad de San Ignacio, razón por la que lleva este nombre, aunque se le sigue conociendo como el “muelle del vapor”, que es con algunas reformas el que sigue existiendo en la actualidad.
Otros muchos elementos, hoy desparecidos, han formado parte del paisaje urbano de esta plaza a lo largo del siglo XX. Entre ellos recordamos por su gran impacto visual el depósito de agua que estuvo emplazado junto a la fuente de las Galeras, conocido como “la copa”, que fue derribado en 1958.
En el último cuarto del XX y primeras décadas del XXI la plaza de las Galeras Reales solo conserva de plaza su nombre, tratándose de una pieza urbana fundamental de nuestra historia y un espacio clave en la revitalización de nuestro casco histórico.
Desde BETILO consideramos necesaria la recuperación y peatonalización tanto de la plaza como del histórico muelle. En este sentido, hemos presentado al ayuntamiento una propuesta elaborada en colaboración con el estudio M2DS ARQUITECTOS que puede verse en esta misma web y que confiamos sea asumida por el Ayuntamiento y la incluya en el proyecto de del futuro paseo fluvial.
R.G.R.