Fuera de la población, en el ejido camino de Jerez existió a fines del siglo XV una ermita dedicada a San Roque, santo que compartía el patronazgo de la ciudad con San Sebastián y al igual que éste abogado contra a peste.
Se sabe de su existencia y de su titular por los documentos fundacionales del monasterio ducal de Santa María de la Victoria, en los que consta que el segundo duque de Medinaceli autorizó el establecimiento en 1502 o 1503 (según distintas fuentes documentales) de los frailes Mínimos de San Francisco de Paula en El Puerto, concediéndole para su instalación la ermita de San Roque y la tierra donde ésta se encontraba.
Pronto se comprobó que la ermita no era el lugar mas idóneo para el establecimiento monástico, por lo que los duques de Medinaceli, don Juan Luis de la Cerda y doña Mencía Manuel, acuerdan labrar una nueva sede para el convento, mas amplia y que reuniera mejores condiciones, que es el edificio que se conserva en la actualidad.
Las obras se iniciaron el 7 de junio de 1504, tal y como consta en la lápida con la inscripción fundacional situada en la fachada NO del convento, trasladándose los frailes a lo que estaba construido del edificio en 1517. Como recuerdo de su primitiva sede, una de las capillas del nuevo templo fue dedicada a San Roque.
En la carta de concesión de 1517 consta la entrega a la orden de los Mínimos de “todo lo edificado y lo que en adelante se edificase para monasterio hasta quedar este terminado, así como […], la ermita de San Roque y los corrales colindantes”
Una vez reubicados en las recién edificadas dependencias, la ermita quedo emplazada en la llamada huerta de San Roque del monasterio y no debió permanecer en pie muchos años ya que en 1614 no existía. En las memorias y hacienda del convento, publicadas por A. Becerra, se indica: …tiene este convento por suya propia una huerta en donde solía estar la hermita de San Roche […] y es la primera que está dentro de la cerca viniendo de Xerez a esta ciudad…”.
Asimismo, en 1680 con motivo de una nueva donación de terreno al monasterio se trajo a un partidor y medidor de tierras quien reconoció fácilmente el sitio donde estuvo situada la ermita pues aun estaban visibles sus cimientos.
La única imagen que hemos podido obtener de esta ermita hasta el momento nos la ofrece de nuevo Anton Van den Wyngaerde en 1567. En el análisis que M. A. Caballero realiza de las vistas que el pintor flamenco realizó sobre nuestra ciudad, al detenerse en el convento de la Victoria señala: “Próximo al edificio, en el costado derecho, una construcción, que no está adosada, podría estar relacionada con la antigua ermita de San Roque […]”.
R.G.R.