En marzo de 1835, Diego Filguera informó sobre el planeamiento de Valentín de los Ríos: señaló que la calle magistral que había diseñado (que, recordemos, no daba al Guadalete) era “contra toda regla y arte y por tanto, como maestro de obras y alarife digo que se anule en todas sus partes, y que no debiendo ser calle […] no hay inconveniente que tenga más o menos anchura, respecto a que dicho plan debe quedar del todo nulo y de ningún valor”(AMEPSM, Actas Capitulares, 1835, f. 386 v).
En esta situación, el Ayuntamiento decidió, con buen criterio, encargar un segundo planeamiento del Campo de Guía a los prestigiosos arquitectos Torcuato-José Benjumeda y Juan Daura, maestros mayores de obras de Cádiz y académicos de mérito de la Real Academia de San Fernando. Ambos técnicos conocían el Campo de Guía porque habían actuado como peritos en una de las disputas de lindes entre propietarios de la zona.
Benjumeda y Daura consideraron que el planeamiento de Valentín de los Ríos, a quien calificaron como un “aficionado sin inteligencia” (es decir, sin conocimiento técnico competente en materia urbanística), era erróneo en su trazado, medidas y ángulos, y, en consecuencia, realizaron un nuevo proyecto del Campo de Guía como ensanche o polígono bodeguero.
El planeamiento de Torcuato-José Benjumeda y Juan Daura aportó como principal innovación el desplazamiento de la calle magistral del ensanche al lateral sur de la manzana de las casas-palacios de Van Danm, el marqués de la Cañada Tirry y el conde de Cumbre Hermosa, situada en la ribera del Guadalete, tratando así de solucionar el problema que consideraban que había creado Valentín de los Ríos al hacer desembocar su calle maestra sobre la fachada oeste de la citada manzana, en vez de al río Guadalete. Las calles magistrales de los planeamientos de Valentín de los Ríos y de de Benjumeda y Daura se corresponden con el callejón san Diego (cerrado) y la calle Valdés.
El nuevo planeamiento procuraba también resolver las disputas surgidas entre particulares y entre estos y el Ayuntamiento, como analizó a fondo Rafael Sánchez González en su libro Introducción al estudio del urbanismo portuense: el ensanche del Campo de Guía (1828-1838), publicado en 1986.
Por otra parte, Benjumeda y Daura concibieron el ensanche en una doble y complementaria función industrial y residencial, pues, además de bodegas y trabajaderos de tonelería, planteaba la construcción de viviendas, principalmente, para los trabajado¬res de las industrias de la zona, como veremos en el próximo capítulo.
Javier Maldonado Rosso