Este segundo planeamiento urbanístico, de Torcuato-José Benjumeda y Juan Daura, organizaba el Campo de Guía en 30 manzanas: una de ellas era la preexistente en la ribera del río, conformada por las casas-palacios de Van Damn, el marqués de la Cañada Tirry y el conde de Cumbre Hermosa (que recordamos que condicionó el viario en dirección este-oeste); otras seis manzanas integraban las casas de Futre (que había pasado a Tercero de Rojas y finalmente a Moreno de Mora) y de Vicente Voos, las bodegas ya levantadas en 1835 y varias que se encontraban en construcción.
Las 23 manzanas restantes eran terrenos disponibles para la edificación de nuevas bodegas y de viviendas, principalmente para trabajadores del propio polígono bodeguero, pero también para otras personas que quisiesen establecerse en la zona.
Este planeamiento se desarrollaba teniendo por ejes viarios la prolongación de las seis calles de acceso de la ciudad antigua por su borde sur (Bajamar , Aurora, Sol, Comedias, San Bartolomé y Pagador), que discurren en paralelo al río Guadalete. Estas calles, prolongadas longitudinalmente hacia la bahía, se cortaban por tres nuevas calles orientadas perpendicularmente desde el río Guadalete hacia el Campo de San Francisco y la Plaza de Toros: la primera de ella era la nueva calle magistral, llamada Valdés, las otras dos se denominaron “primera nueva” y “segunda nueva”.
La calle que Valentín de los Ríos había trazado como magistral se cerró (como ya hemos comentado) y se le dio en nombre de callejón de san Diego. Funcionó como vía interna de servicio. Aún puede observarse su portada por la calle san Bartolomé, a medio camino entre las calles Los Moros y Valdés.
La superficie del ensanche bodeguero recogida en el planeamiento de Benjumeda y Daura era, aproximadamente, de 120.000 metros cuadrados.
Javier Maldonado Rosso