La obra de la fuente del Algarrobo ha quedado recogida en esta acuarela de finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII, conservada en el Archivo Ducal de Medinaceli (Toledo) (Fot.1) que ha sido estudiada por A. Sánchez González (El arte de la representación del espacio… 2017). Además de la conducción de aguas, objeto principal de su ejecución, que debió estar motivada por una inspección de la misma ya que tiene anotaciones sobre el estado en el que se encuentra, se representa una panorámica de la villa.
La acuarela, de forma rectangular, representa de forma esquemática la conducción de agua y sus diferentes arcas hasta la fuente de “San Miguel”, situada en el paraje de El Palmar, terreno de propios ocupado hoy por un polígono industrial.
En el extremo izquierdo de la acuarela aparece dibujado con el nombre de “San Juan” el gran depósito o castellum aquae, en el que destaca su cubierta abovedada de triple inflexión, construcción que bien puede ser la que aún se conserva en el antiguo camino de Tiros o Sidueña, ya que guarda gran semejanza con la representada en la acuarela (Fot.2).
Partiendo del depósito, se representa la rectilínea zanja de la cañería que atraviesa hasta cinco pilares o torres de 7 varas de alto y con remate en piramidón, dispuestos regularmente cada 400 varas, llamados de “San Pedro”, “San Pablo”, “San Felipe”, “Santiago” (con la leyenda “aquí llega el agua”) y “San Salvador” (con el “aquí llega la cañería “) (Fot.3).
Finaliza en la fuente de “San Miguel”, también conocida como la “fuente del Palmar,” por ubicarse en dicho enclave, fuente Grande o del camino de Jerez, con la inscripción “la sanja llega hasta aquí”. Según la representación, se trataba de un pilón de sillería de piedra de formato rectangular, dispuesto sobre un basamento o moldurón y con un labio o reborde saliente, provisto de dos pilares circulares rematados en un tetón, cada uno con un caño (Fot.4).
A partir de aquí se abría la red de reparto o distribución de la ciudad, en este caso internándose por la calle Larga. Desde aquí la cañería tomaba una doble dirección. Por un lado, continuaba hasta bajar por la calle Palacios hacia la marina, y por otro bajaba por la calle Luna hasta el rio “(…) donde las galeras tomen bajura (…)”, con la finalidad expresa que la gente de galeras y de la mar en general tomen el agua que necesitan de la misma.
El mantenimiento de la conducción era misión del fontanero del cabildo, quien acometía o dirigía las obras de mantenimiento, y en determinadas ocasiones recibía la ayuda o asesoramiento de maestros de reconocido prestigio, como fue el caso del maestro mayor de la ciudad de Jerez Antón Martin Calafate en 1654.
Aunque activa durante la segunda mitad del XVII, ya a finales de la centuria de toda esta compleja infraestructura urbana lo que quedaba funcionando era la fuente del camino de Jerez, la denominada San Miguel o del Palmar y la “fuente vieja”, en las cercanías del convento de la Victoria. –
R.G.R.