Parece que los dos cascos de bodega que conforman este conjunto siempre tuvieron dueños y usos diferentes. En el plano de Miguel Palacios de 1865 ya aparecía que la bodega del norte pertenecía a Ysasi y la del sur, conocida siempre como de Santa Ana, pertenecía a D. Calixto García quien se la había comprado a Vicente Urruela en 1853. Vicente Urruela Castrisiones era a la vez sobrino de Julián de Urruela, que tenía varias bodegas en El Puerto, y de Angel María de Castrisiones, el constructor de la bodega.
En aquel tiempo el río no estaba encauzado como ahora y llegaba hasta la Avenida de la Bajamar como se observa en la foto de la época, donde se puede ver también el impresionante palacio de Cumbre Hermosa con su embarcadero y detrás el conjunto que en su día formaron el palacio del Marqués de la Cañada Tirry y la casa de Pedro Van Damn (Bandán para los portuenses de la época), ya muy modificados cuando se hizo la fotografía. Sorprende observar la torre cuadrada con tejado piramidal que existía en ese tiempo y que también se aprecia en la imagen área tomada en 1928. Esta torre no se corresponde con el diseño original, que se puede observar en el plano del año 1756, que tenía una torre-mirador.
En 1868 Sancho Hermanos compró la bodega a María del Carmen González Encinas y González de Bustamante, viuda de Calixto García por un precio de 200.000 reales de vellón. Por último, el montañés José Gutiérrez Dosal, apodado El Gavilán, abuelo del actual propietario Juan Carlos Gutiérrez Colosía, compró esta bodega a Sancho Hermanos sobre el año 1910. En el año 1969 compraron el solar del antiguo palacio de Cumbre Hermosa que se había derribado en el 1965 y construyeron dos cascos de bodega para ampliar el negocio, aunque en la actualidad no tienen actividad.
La bodega del norte fue la que perteneció en 1865 a la familia Ysasi, descendientes de Gregorio Ysasi Tricio, un riojano/alavés afincado en Cádiz que se casó con la jerezana de origen francés Juana de Dios Lacoste Vignalet. Esta bodega y otra que tenía en la calle Valdés debieron servir como complemento de las bodegas centrales en Jerez para la crianza de su vino fino que era muy apreciado, según recoge Henry Vizetelly en su libro “Hechos sobre los vinos de Jerez” del año 1875.
Esta bodega la compró después el II Marqués de Comillas que la vendió posteriormente a un propietario todavía no identificado que la denominaba de la Viña del Pollero Alto. Sorprende ver en la imagen de la citada bodega que la calle Aurora donde está tomada la fotografía se llamaba entonces Avenida de Nuestra Señora de los Milagros. Este último propietario se la vendió posteriormente a Pedro Domecq, que tenía un acuerdo con Gutiérrez Dosal de dejarle pintar el rótulo Pedro Domecq en toda la fachada de las dos bodegas, como si fueran las dos suyas, a cambio de que la mantuviera bien pintada, como parece apreciase en la foto de los años 60. En aquel tiempo, la bodega Gutiérrez Colosía era almacenista de otras bodegas, como Osborne, Williams & Humbert y González Byass, y no necesitaba publicitar su marca. Aunque lo intentaron y estuvieron a punto de conseguirlo, Pedro Domecq no quiso venderle la bodega que finalmente terminó en mano del distribuidor de hostelería Serodys.
La bodega Gutiérrez Colosía representa actualmente uno de los últimos exponentes de bodeguero portuense que se ha enfrentado con acierto y éxito a las circunstancias adversas del negocio vinatero del Jerez. Su vino más emblemático es el Fino Campo de Guía, que prefiere comercializar como Fino Colosía para evitar confusiones con el Bajo de Guía de Sanlúcar. Pero elabora toda la gama de vinos de Jerez, palo cortado, oloroso y cream y brandy. Merece destacar el oloroso Sangre y Trabajadero, cuyo nombre algo sorprendente procede del primer propietario de la marca que tenía un trabajadero de botas en la calle de la Sangre de Jerez (actual Taxdirt). Este la vendió a Lacave en Cádiz que posteriormente la traspasó a Cuvillo y después de su cierre en 1982 la adquirió Gutiérrez Colosía que mantiene la misma etiqueta de entonces. Este vino es el utilizado siempre para la ceremonia de botar los barcos en los astilleros de la bahía de Cádiz en lugar de la tradicional botella de champagne.
El Ateneo del Vino nombró a Juan Carlos Gutiérrez Colosía socio de honor en 2017, como reconocimiento a toda una vida manteniendo los vinos y brandies en su bodega de la Bajamar en El Puerto de Santa María.
El PEPRICHYE recientemente aprobado clasifica el núcleo de bodegas Gutiérrez Colosía dentro del nivel III de Protección Estructural, asignado a edificios de valores significativos de entidad, cuya composición permite modificaciones parciales sin alteración de los mencionados valores, conservando siempre fachada y elementos estructurales. Por otra parte, las bodegas edificadas en el solar del antiguo palacio de Cumbre Hermosa serán dedicadas a suelo residencial.
Juan Gómez Benítez