A raíz del descubrimiento de América, la Bahía de Cádiz se convirtió en punto estratégico por ser centro del comercio americano, por lo que fue necesario dotarla de unas fortificaciones adecuadas para resistir los ataques tanto de piratas como de los países entonces enemigos de España, entre ellos Holanda e Inglaterra.
Es por ello que en 1540 el rey Carlos V ordena al duque de Medinaceli y conde de El Puerto de Santa María la construcción de una torre junto a la ermita.
Sin embargo, su construcción no se inició hasta 1585, ya que el 17 de marzo de ese mismo año la ciudad de El Puerto solicitó al rey la financiación de la obra dado que su coste ascendía a 96.500 ducados.
El proyecto consistía, según recoge R. Romero Medina (2007), en la edificación, sobre el acantilado de depósitos litorales plio-pleistocenos (roca ostionera), de una torre troncocónica de 40 pies de diámetro y 70 de alto de dos bóvedas y aterrazada para ubicar en ella la artillería.
El modelo de estas torres siguió el prototipo de las levantadas en el siglo XVI en la zona. Un acercamiento a su estructura original se puede obtener en la reconstrucción virtual de la torre almenara de San García en Algeciras, realizada por P. Aparicio Resco, aunque esta consta de una sola bóveda.
La artillería de la que dispuso fue una culebrina, un sacre, cuatro mosquetes y cuatro albardas, tratándose todas de armas de fuego de mayor o menor calibre para el disparo de balas. Se convierte así en una de las primeras defensas modernas situadas fuera de la isla de Cádiz.
Enfrentada al baluarte de San Felipe defendía la amplia boca exterior de la bahía. Desde su posición, además de defender lo que pudiere alcanzar de la boca de la Bahía, debía asegurar en parte el acceso a El Puerto de Santa María.
Su silueta queda recogida en varios mapas de la Bahía de Cádiz y su entorno de inicios del siglo XVII. Incorporada más tarde a la plaza de armas del castillo, los restos de la torre permanecen parcialmente en pie y volcados sobre el mar.
MA.M.V. y R.G.R.