De origen gaditano, nacido en el seno de una importante familia aristocrática y miembro del grupo de cargadores a Indias, Juan Carlos de Rivas Ramírez de Arellano se afinca en El Puerto a raíz de su matrimonio en 1732 con Leonor María de Vizarrón, perteneciente a la tercera generación de la rama que fundara Pablo de Vizarrón Alzueta, entroncando así con una de las más importantes familias portuenses del XVIII.
Según la información aportada por J. J. Iglesias (“Una ciudad mercantil…” 1991, 355), de este matrimonio no llegó a nacer ningún hijo, falleciendo nuestro personaje en 1757 no sin antes haber fundado un mayorazgo y dejando un importante conjunto de bienes de carácter inmobiliario, del que salieron beneficiarios sus sobrinos.
Conocemos por el estudio realizado por Ramos Caneda (“Arquitectura domestica… 1996, 345-357) que su primitiva casa familiar, mandada construir en 1731, un año antes de su boda, al que fue maestro mayor de la ciudad Francisco Valladolid, se situaba en la calle Luna, inmueble que, aunque modificado, aún pervive (FOT. 1).
La vivienda, cuya fachada se conoce por un alzado levantado antes de su reforma en el siglo XX (FOT. 1 izquierda), respondía al concepto de casa barroca derivada de la casa palacio, con tres plantas, entresuelo, patio y patio trasero. Se articulaba en torno a un patio rectangular con tres galerías perimetrales de un arco y columnas de mármol. La portada, presentaba vano adintelado flanqueado por sendas pilastras dóricas de fuste almohadillado y doble entablamento decorado en cuya clave se situaba el escudo familiar.
Esta portada se suprimió en la reforma efectuada en 1923, momento en el que se desplaza el acceso a la vivienda hacia el lado izquierdo para ubicar en el zaguán y las dependencias laterales un establecimiento comercial, de manera similar a como lo conocemos en la actualidad (FOT. 1 derecha).
El hecho de que esta vivienda fuera erigida en una zona consolidada del casco urbano (FOT. 2), condicionó su distribución interior y provocó que Juan Carlos de Rivas acometiera a mediados el siglo XVIII la construcción de una gran casa palaciega acorde con su estatus social y económico (FOT. 3 arriba).
La nueva residencia, ubicada junto a la marina, ocupaba una extensa parcela entre las calles Jesús de los Milagros y Ribera del Marisco, haciendo frente a la plaza de la Herrería (FOT. 3 abajo).
Con un esquema muy clásico y disposición simétrica, estaba compuesta de planta baja, entresuelo, planta noble y ático. La portada, único elemento decorativo, iba flanqueada por pilastras adosadas y enmarcada por la característica moldura mixtilínea. Un entablamento decorado servía de apoyo al balcón central (FOT. 4). En la fachada hacia el río tenía en la planta baja un paso cubierto con siete arcos apoyados sobre pilares que permitían el tránsito público (FOT. 5), formado parte de lo que se conoce como “portales de la Ribera” a los que E. Pérez Fernández se refirió en un artículo anterior.
Tras la muerte de Juan Carlos Rivas, continúo habitando la casa su viuda, acompañada de su sobrina Catalina Vizarrón Alarcón quien al fallecimiento de su tía en 1781 heredó el inmueble y lo arrendó al Gobernador político y militar de El Puerto y Capital General, Claudio Macé de Gravelais para su residencia privada.
Lamentablemente esta gran casona fue pasto de la piqueta en el desarrollismo de la década de los 70 del pasado siglo, levantándose en su lugar un anodino bloque de pisos, en el que, al tratarse de un espacio público, se rehicieron de nuevo los soportales, ocupados hoy por una conocida marisquería. –
R.G.R.
