Los soportales de la ribera (y II)

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Mediado el siglo XVIII, en el solar que desde comienzos de la década de 1970 ocupa Romerijo, con fachadas a la plaza de la Herrería, a la calle Jesús de los Milagros y a la Ribera del Marisco, Juan Carlos de Rivas Ramírez de Arellano, miembro de una de las más destacadas familias de la aristocracia portuense, residente hasta entonces en la calle Luna, mandó edificar un imponente caserón, con soportales de siete arcos en la fachada que miraba al río (FOTS. 1-2 y 3A).  

Al fallecer Rivas en 1757 continuó habitando la casa su viuda, Leonor María de Vizarrón Valdivieso, acompañada de su cuñado Felipe de Rivas y de su sobrina Catalina Vizarrón Alarcón, quien sería, por falta de descendencia del matrimonio, su única heredera. En 1781, a la edad de 65 años, murió doña Leonor. Al año siguiente, su sobrina arrendó el inmueble a Claudio Macé de Gravelais, nombrado en noviembre de este año 1782 Gobernador político y militar de El Puerto de Santa María. Ocupación que desde 1789 compaginó con la de Capitán General del Mar Océano, hasta que en 1796 dejó de ejercer ambos cargos. Continuó residiendo en la casa hasta 1805, cuando falleció.  

Al derribarse la casa y levantarse los actuales bloques de pisos se rehicieron los nuevos portales que ocupan su antiguo espacio. Sí se han conservado en la pequeña casa lindera los dos arcos de los portales originales y coetáneos a los de los Rivas (FOTS. 4-5).   

Se conoce que en un tramo más adelante de la calle, dando esquina a Luna, hubo otras casas porticadas ya a mediados del XVIII (FOT. 3-B), pero se derribaron en fecha incierta; quizás pronto, cuando el conde de O’Reilly rehabilitó esta degradada ribera creando en 1779 el Paseo del Vergel del Conde. 

El nuevo Paseo se extendía entre la calle de la Caridad (Micaela Aramburu) esquina a Palacio, la plaza de las Galeras y la de la Herrería. Hacía décadas que Micaela Aramburu tenía soportales (FOTS. 6-7-8). La primera licencia la concedió el Cabildo en julio de 1732, cuando Fernando de Zamora y Francisco de Acosta, propietarios de dos casas sitas frente a la calle Guadalete, adujeron la necesidad que tenían de construir portales para igualar el acordelado de la calle con los que ya tenía edificado una casa lindera a ambas, propia del Hospital de mujeres (Hospitalito). Y se concedió el permiso “por la imperfección en que se hallan dichas casas por la rinconada que tienen y que de hacer el portal quedarán con más hermosura.” (FOT. 3-C).

Esta acera de Micaela Aramburu entre la calle Palacio y la plaza de las Galeras terminó de edificarse con portales –salvo en un pequeño espacio central- en 1764, cuando el vecino Hospital de San Juan de Dios solicitó levantarlos en una casa de su propiedad, de 10 varas de frente (8,60 m.), que necesitaban reedificar y ampliar, ubicada hacia “el sitio que nombran el surgidero de las Galeras”, en linde con otras de Juana de Luna y de la Hermandad de las Ánimas (FOT. 3-D).   

Pasaron los años. En mayo de 1841, José Antonio O’Neale y otros propietarios de las fincas porticadas de Micaela Aramburu pidieron al Ayunta­miento que les permitieran cerrar sus portales dado que “por su lobreguez sólo sirven de receptáculo de inmundicias y no pocas veces de prestar abrigo a vicios y desórdenes que ofenden la moral”. La pretensión les fue denegada, al igual que al año siguiente a otro vecino de la calle, José María de Alzamora, que planteó sus quejas en similares términos. 

Tuvieron que transcurrir algunos años para que los munícipes cambiaran de opinión. En septiembre de 1850, en respuesta a nuevas reclamaciones, ahora presentadas por Francisco de Paula Abenoja, cuya casa, ubicada esquina a la plaza de las Galeras, estaba afectada en su seguridad por la mala conservación de los portales, la comisión de Policía Urbana determinó la necesidad del cierre de los soportales de Micaela Aramburu, por estas razones:

Los portales del Vergel que están frente a la posada de Vista Alegre, no pueden ser de una construcción más mezquina y ridícula, afeando notablemente el aspecto público en aquel sitio que puede llamarse hoy el más frecuentado de la población, particularmente para los forasteros por estar frente al muelle de Vapores. El piso de dichos portales es terrizo y lleno de multitud de baches que lo hacen casi inaccesible para el tránsito, que es el objeto con que fueron construidos. Además, no teniendo ya salida hacia el lado del Sur por haberse cerrado antigua y recientemente otros portales, los ha dejado constituidos hoy en una madriguera que sólo puede servir para ventura de vicios y abrigo de gente sospechosa, siendo por estas causas muy peligrosos para la seguridad pública”.  

Definitivamente, en febrero de 1852 se ordenó el cierre de los portales de la casa de Abenoja (nº10 del Vergel, 66 varas de frente, 56 m) y las propias del gaditano José de la Viesca (nos11 y 12, 73 varas, 62 m.); en julio de ese año se tomó la misma medida con la casa nº13, propia del patronato de San Sebastián. Hoy, parcialmente ocultas, aún pueden observarse algunas arcadas en el interior del bar ‘Número 2 ‘ (los dos arcos visibles originariamente eran uno) y en las fincas colindantes.  

Federico Rubio (1827-1902) en sus Memorias recordaba de su niñez una de estas casas con portales de Micaela Aramburu, donde vivía un amigo compañero de escuela:

Entre mis buenos condiscípulos contábase el pobre de Carlitos, a quien yo amaba por lo mismo que era objeto de burla para la mayoría de los muchachos de la escuela [era jorobado]. Y eso que a su padre le tenía aversión y hasta ojeriza. Le conocía de haberle visto desde tiempo atrás, cuando íbamos con el ayo a recoger y distribuir los niños. Vivía en el Vergel, en una casucha oscura, de escalerilla y pobre, de los primeros soportales, que ya han desaparecido. Bajo aquellos portales, negros como la noche y aplastados, que parecían caerse encima, solíase ver frecuentemente paseando, solo, taciturno y con la cabeza baja, al padre de Carlitos.” 

En el resto del casco urbano sólo tenemos constancia de la existencia de portales, también desaparecidos, en dos edificios: en la que fue Real Fábrica de Aguardientes y posterior Aduana, en la antigua plaza de la Pescadería, construidos en 1768 (FOT. 3-E), y en la Panadería pública, también del XVIII, emplazada en la calle Vicario esquina a la de Sierpes.

Enrique Pérez Fernández 

1. Portales originales en la casa que desde comienzos de la década de 1970 ocupa Romerijo. Foto C.M.P.H.
2. A la izquierda el caserón porticado de Juan Carlos de Rivas en imagen tomada antes de que en 1894 se habilitara el Parque Calderón. Foto C.M.P.H.
3. Ubicación de los portales entre la plaza de la Herrería y el Paseo del Vergel en callejero de segundo cuarto del s. XVIII. En marrón, trazado del recinto murado medieval
4. Al fondo, portales de la pequeña casa lindera a la de Rivas, desde la calle Luna (Cánovas del Castillo). A la derecha el Paseo del Vergel. Foto Luis Suarez
5. Estado actual de los portales de la fotografía anterior
6. El Vergel del Conde y su entorno en plano de Miguel Palacios de 1865
7. El Vergel, plaza de las Galeras y Micaela Aramburu en 1928, vuelo de Walter Mittelhoizer.
8. El Paseo del Vergel en su tramo de Micaela Aramburu. En la acera izquierda, la que los portuenses llamaban “la cocina”, donde estaban los portales. A la derecha el Hotel Vista Alegre y la calle Guadalete, Al fondo la plaza de las Galeras. Foto Luis Suarez

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