Los positivos resultados del nuevo sistema productivo y comercial de la vinatería del Marco del Jerez no tardaron en manifestarse: aumentaron las exportaciones de vinos, principalmente, al Reino Unido; creció el empleo en la zona, sobre todo en el ramo industrial de la actividad, esto es, en arrumbadores de bodega, y también en toneleros, que eran empleados de los trabajaderos de las propias casas extractoras o de empresas independientes de tonelería, que constituían una de las principales industrias auxiliares del sector; se incrementó la actividad portuaria; hubo un desarrollo de las infraestructuras viarias y del transporte así como de la arquitectura y el urbanismo, etcètera.
En los años ochenta del siglo XVIII, el nuevo sistema agroindustrial vinatero estaba definido y se había impuesto de hecho, aunque aún no de derecho al sistema tradicional pasivo y proteccionista, pero entre los años finales del siglo XVIII y los iniciales del XIX, la actividad vitivinícola del Marco del Jerez sufrió las dificultades derivadas de las guerras en las que participó España en ese periodo: de 1793 a 1795, contra la Francia revolucionaria; de 1796 a 1802 y de 1804 a 1808, contra el Reino Unido; y de 1808 a 1814 contra la Francia imperial napoleónica.
El negocio vinatero jerezano comenzó a recuperarse en la segunda década del siglo XIX, poco después de la finalización de la Guerra de la Independencia y tuvo un gran impulso hasta los años sesenta de esa centuria.
Se trató de una segunda fase de desarrollo de la agroindustria vinatera moderna jerezana, en la que tuvieron una destacada importancia los capitales aportados por indianos repatriados (mayoritariamente españoles, pero también algunos franceses) y por la burguesía mercantil gaditana, que tuvieron que reorientar sus actividades económicas debido a la crisis que ya venía arrastrando desde décadas atrás el comercio con las colonias españolas en América, cuyas grupos dirigentes aprovecharon la crisis política definitiva de la Monarquía Hispánica y la debilidad económica y militar causada por la Guerra de la Independencia, para iniciar sus procesos de emancipación como estados independientes.
Es en esta situación económica, social y política en la que surge el polígono bodeguero del Campo de Guía. En los años veinte del siglo XIX, parte de la burguesía mercantil gaditana e indiana que se había decidido a invertir en el negocio vinatero (en Jerez y otras localidades) puso sus ojos en el Campo de Guía de El Puerto de Santa María como lugar idóneo para la construcción de sus bodegas de almacenado y exportación de los prestigiosos vinos generosos de la zona.
Javier Maldonado Rosso