El nombre de Larga le viene de su longitud, así la describían algunos autores portuenses: “Tiene medio cuarto de legua de longitud, llena de tiendas, almacenes y otros edificios de personas ricas. Las casas que caen al lado de Poniente gozan de las delicadas vistas de Cádiz y toda la Bahía”.
Hay calles que han nacido con halo de grandeza y nobleza protagonistas del desarrollo urbano. La calle Larga llegó a contar con más de 200 edificios, algunos de grandes proporciones y artística arquitectura. La misma calle ostentaba cierta ornamentación que la distinguía de otras, iluminación generosa, marquesinas protectoras y murales publicitarios.
Anteriormente tuvo varios nombres uno de los más antiguos fue el de “Alhóndiga” desde Palacios hasta las Concepcionistas, nombre árabe por lo que cabe la posibilidad de que en ella estuviese un almacén de grano y el zoco árabe anterior a la ciudad cristiana. Otra denominación fue el de Portería de las Monjas, de las Madres Concepcionistas debido su presencia durante siglos. “Portal de Belén”, desde Palacios hasta Alquiladores, “Plaza Pública”, Plaza de Vendedoras, desde Luna hasta la Victoria. También fue rotulada con los nombres de Herradores, “De Torrejón”, desde la esquina de Larga al Espíritu Santo.
En 1916 paso a llamarse “Virgen de los Milagros” a raíz de la coronación de la imagen de la Virgen, patrona de El Puerto, como corresponde llamarse de siempre famosa calle mayor. En la arteria principal de la ciudad, que la atraviesa de parte a parte, paralela al cauce del río.
Arranca a la vez que Cielos, desde la graciosa entrada de la plaza de los Jazmines, y muere, al otro extremo de la población, al encontrarse con los muros casi sagrados de una bodega. Su primer tramo, hasta llegar a la plaza de Isaac Peral, centro geográfico de El Puerto, tiene un aire de empaque y severa elegancia que ya es difícil de superar en otras calles de cualquier población andaluza. Casas señoriales y muros de conventos le dan un tono tranquilo y reposado de barrio residencial. Vía silenciosa, hasta los coches que pasan parecen amortiguar su ruido con una especie de inconsciente respeto, antes de enfilar la carretera hacía Jerez, que sigue sin torcerse, la inconmovible recta de la tan bien llamada calle Larga.
Los recuerdos de ayer, en el número 27 se alojaron en el verano de 1832 los infantes don Francisco de Paula y su esposa, doña Luisa Carlota, acompañados de sus ilustres hijos. En el número 74 firmó Fernando VII, recién liberado por los Cien Mil Hijos de San Luis del cautiverio en Cádiz, el odioso decreto que llevaría al patíbulo o al destierro a tantos patriotas liberales, mientras el pueblo, inconsciente, le vitoreaba al grito de “¡Vivan las caenas!”. En la misma casa en julio de 1843, pasó fugazmente, camino de la emigración, el regente don Baldomero Espartero.
La calle se explaya anchamente al pasar por la plaza Peral, llenándose de voces, coloquios y gritos de niños. La animación va creciendo y el bullicio va aumentando cuando llegamos a las cuatro esquinas, el cruce con Luna. Seguimos y en el numero 121, llegamos a la casa donde nació Don Federico Rubio y Galí. A la derecha conforme vamos avanzando, atisbamos, al fondo de la calle, la fachada barroca de la iglesia Mayor, hoy convertida en Basílica Menor. Seguimos adelante y tropezamos con las bodegas, al final de la calle.
MA.M.V.
Fuentes consultadas:
Manuel Martínez Alfonso: “El Puerto de Santa María en la literatura española”. Madrid 1962)