Tras la incorporación de la ciudad en 1729 a la Corona de Castilla, los caballeros capitulares se plantearon la renovación de los inmuebles representativos del poder municipal, entre los que se encontraba el ayuntamiento y la cárcel.
Como sucedía en otras ciudades, siguiendo la Ley promulgada en Toledo por los Reyes Católicos en 1480, las Casas Públicas Capitulares, debían tener una presencia adecuada a su significado y estar enclavados en áreas de cierta importancia del casco urbano.
Aparte de cuestiones económicas, el principal objeto de conflicto entre el Gobernador y los distintos capitulares portuenses fue su ubicación. Inicialmente se planteó la Plaza de las Galeras o de la Aguada, llegando incluso a abrirse los cimientos. Pero por Real Resolución del Consejo de Castilla de 1757 se comunica a la ciudad que se haga en un terreno de realengo, que además de no ocasionar gastos su adquisición, se hallaba en un sitio preeminente y representativo como era delante del castillo, en la cara que miraba al río frente a la fuente del nuevo muelle. Es decir, en la Plaza de la Pescadería.
Conocemos la configuración del edificio por el plano del planta y alzado que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. Se trataba de un inmueble exento con forma cuadrada de 30 varas de lado. Se distribuía en dos plantas, la inferior destinada a cárcel, y la superior a casa Consistorial, con sala capitular (S), antesala (T), archivo (Z), contaduría (X) y capilla (V). El acceso al Cabildo se hacía por la fachada principal, que daba a la plaza. Era de estilo clásico, presidida por dos escudos, el de la ciudad en planta baja y real en planta superior. La entrada a la cárcel, en cambio se hacía por el lateral de la Bajada del castillo.
Tal y como ha estudiado el profesor Ramos Caneda, las nuevas obras comenzaron de forma inmediata, pero el duque de Medinaceli presentó una solicitud al Rey pidiendo su paralización, argumentando que dicho inmueble por su altura “sepultaba las vistas principales del castillo, sus torreones, almenas y trofeos por haber de tener mas altura dichas casas según las medidas que se han tomado…”, además de impedir su salida directa al río.
La petición del duque surtió efecto. Los trabajos fueron suspendidos y aunque intentaron reanudarse en 1770, de nuevo el duque los paralizó, por lo que el proyecto de Casa Consistorial se abandonó.
En su lugar y aprovechando la parte ya construida se levantó en 1778, modificándose a una sola planta, la nueva lonja de pescado que promovió el conde O’Reilly conocida en la actualidad como El Resbaladero.
R.G.R.
