Muchas de las antiguas etiquetas que arroparon e identificaron nuestros vinos y que admiramos por constituir pequeñas obras de arte, fueron realizadas por anónimos dibujantes y grabadores litógrafos cuyo trabajo trascendía a la simple técnica, o incluso maña artesana, para convertirse en arte.
Este procedimiento de impresión –que consiste en trazar un dibujo o un texto en una piedra calcárea para a continuación proceder al entintado, prensado y estampación– cayó en desuso a partir de los años cincuenta del pasado siglo con la introducción de nuevas técnicas de impresión mas rápidas y económicas.
En el Marco del jerez los talleres litográficos tuvieron gran desarrollo desde finales del siglo XIX debido a la necesidad de papel impreso que demandaban las empresas, especialmente las relacionadas a con la industria del vino.
Uno de estos talleres, radicado en El Puerto, fue la Litografía Luis Pérez, que a partir de 1927 pasó a denominarse Gráficas Andaluzas. Etiquetas de diferentes productos, collarines, cabeceras de impresos comerciales, etc. correspondientes a distintas bodegas y empresas portuenses, muchas de ellas desaparecidas en la actualidad, salieron de este taller.
Como único testimonio de esta ancestral industria se conserva un pequeño conjunto de piedras litográficas, recuperadas en al año 2005 en lo que fueron las instalaciones que la empresa jerezana JISA (Jerez Industrial S.A.), en las que se puede apreciar la destreza de estos antiguos litógrafos que con métodos totalmente artesanales trabajaron la piedra a modo de orfebres.
R.G.R.