Está situada en la calle San Bartolomé esquina calle Los Moros y linda con el callejón San Diego. El proyecto original firmado por el maestro mayor de obras Diego Filguera se conserva íntegramente en el Archivo Histórico Municipal de El Puerto de Santa María (Policía urbana, 1834, Expediente. Nº 5).
En el proyecto original la bodega tenía de dos naves simétricas con un patio trabajadero central y sus elementos numerados se describen en la leyenda que lo acompaña. En el centro de la fachada en la calle San Bartolomé se abrían dos puertas principales que daban acceso a sendos patios simétricos separados por un muro y pozo. Al fondo de ambos se levantaban dos trabajaderos independientes con cubierta a un agua. En la estructura original de la bodega los tejados estaban soportados con pilares y vigas maestras y no con arcadas.
La bodega conserva actualmente la reforma interior realizada en los años cincuenta, mientras que su fisonomía exterior permanece relativamente poco alterada, aunque algunos elementos exteriores fueron renovados con más voluntad que acierto. Pero se aprecian tres de los males que sufren estas edificaciones: el mal estado de conservación, el abandono y el vandalismo grafitero.
En el conjunto exterior se aprecia un zócalo que recorre la zona inferior de toda la fachada y fajas de piedra adosadas a modo de pseudopilastras que encuadran los diferentes lienzos de muro y portadas. La fachada de la calle San Bartolomé contiene tres fachadas: dos laterales idénticas y simétricas flanqueando la central que es la más importante desde un punto de vista artístico por los elementos arquitectónicos y decorativos que la constituyen.
Las dos fachadas laterales se corresponden con las naves de bodega originales levantadas a ambos lados del patio central. Su composición es muy simple: un lienzo de muro con cuatro ventanas enrejadas y rematadas en arco rebajado equidistantes y abiertas en su parte superior. Estas ventanas correspondían a cada una de las naves de la bodega y su presencia obedece a necesidades de iluminación y, sobre todo, de ventilación imprescindible para la crianza y conservación del vino. Una moldura elíptica a modo de óculo cegado con función ornamental en el centro de esa zona superior es el único elemento decorativo conservado en la actualidad.
En cuanto a la fachada central, el plano de alzado del proyecto original difiere de la construcción posterior que ha llegado a nuestros días. El simplicísimo diseño primitivo consistía en un muro bajo que unía en altura los vértices extremos de las fachadas laterales con dos aberturas adinteladas como accesos a sendos patios interiores. Pero el proyecto recoge la rectificación del propio Diego Filguera escrita de su puño y letra que dice: “después de echos los planos (…) se decide colocar un pequeño tímpano para enmarcar más su fachada». Y, efectivamente, a este plan original se le añadió toda una composición rica en elementos arquitectónicos y decorativos entre el suelo y el amplio hastial de remate a modo de gran frontón recto que aporta al conjunto exterior un sello tradicional en esta tipología arquitectónica. Esta fachada se corresponde con la anchura de los patios originales y comprende tres portadas.
Las dos portadas laterales, simétricas e idénticas, se resuelven a base de sendos huecos de acceso bajo arco semicircular decorados con interesantes labores decorativas radiales en el enrejado superior de la puerta alusivas a la industria vinatera (curiosos los pámpanos y otros detalles de la vid). Ambos vanos quedan enmarcados por pseudopilastras elevadas que soportan un sencillo entablamento rematado por cornisa compuesta y sobresaliente. Molduras que combinan perfiles curvos y rectos se superponen a esta y, junto a un óculo cegado en su centro que conserva la numeración antigua de la calle San Bartolomé correspondiente a este inmueble, aportan la única nota ornamental a estas portadas.
La portada central debió levantarse en una fase posterior al proyecto original porque en él no figura tal vano y únicamente, según la anotación de Filguera en su plano de alzado, añadiría un tímpano. En la actualidad esta portada se compone de un hueco central adintelado y hoy cerrado con portón de chapa, jambas apilastradas y molduras rectas rematando este primer cuerpo. La parte superior es la más decorada de todo el conjunto: sobre un elevado entablamento de piedra se superponen varias cornisas coronadas por un frontón alabeado con una cartela inscrita en un óculo ciego central que indica la fecha de su construcción: 1834.
El autor agradece la inestimable participación del catedrático de Historia del Arte Francisco González Luque en la descripción de la bodega y las fotografías.
Juan Gómez Benítez
