El conocido palacio de Valdivieso, actual sede de la concejalía de Urbanismo, es otra de las grandes casas palacio que se erigen en El Puerto de Santa María en la segunda mitad del siglo XVII. Fue construido a espaldas del castillo de San Marcos y haciendo frente a la calle Sol por el portuense Bernandino García de Valdivieso (FOT.1). Marino de profesión alcanzó avanzada su carrera el grado de Almirante de la Armada Real. Contrajo matrimonio con Juana Luisa Eguiarreta Cortes, hija del Contador del Duque de Medinaceli y sobrina política de Juan Aranibar. Enriquecido con el comercio colonial edifica su palacio en 1679, pocos años después que el de su tío político, previa demolición del caserío allí existente
Sabemos, por el estudio monográfico realizado por J. J. Amador y J. A. Ruiz, (El Almirante Valdivieso. Su palacio y El Puerto de Sta. María en el siglo XVII. 1992) a quienes seguimos en estas líneas, que en origen se desarrollaba entre las calles Pozuelo, La Palma y una calle lateral que comunicaba la calle Sol con Pozuelo (actual Federico Rubio), calle que nos ha quedado reflejada en el plano anónimo de la ciudad de 1735-40 (FOT. 2).
Siguiendo a los autores anteriormente citados, su traza es obra del maestro mayor de obras del cabildo Pedro Mateo Grajales, a quien posiblemente también se deba el palacio de Aranibar con el que presenta similitudes.
Se articula en cuatro cuerpos: bajo, entresuelo, principal, donde tenía sus salones y dormitorios la familia y por supuesto la capilla privada, y ático. A juzgar por la detallada litografía realizada hacia 1844 por N. Chapuy tuvo una esbelta torre-mirador (FOT. 3). Contó tambien con una zona de almacén o bodega en la parte izquierda del palacio, en lo que hoy es la vivienda núm. 8 con la que mantiene unidad de fachada, y donde la intervención arqueológica realizada en 2007 documentó en su planta baja dos estancias con numerosas dolia (grandes tinajas) para almacenamiento (FOT. 4).
En su frente a la calle La Palma se localiza la portada principal que, al igual que en Aranibar, se desarrolla en dos cuerpos (FOT.5). El inferior, con el vano de ingreso adintelado y flanqueado también por dobles columnas, en este caso estriadas, que soportan un entablamento clásico. El superior lo ocupa el balcón principal, enmarcado por sillares almohadillados y rematado, como aquel, con un frontón partido, redondo en esta ocasión, en cuyo centro luce el blasón familiar. En origen, también tuvo un acceso secundario por la calle lateral, hoy desaparecida.
Como es frecuente en estas grandes mansiones, las dependencias privadas en las que se realizaba la vida diaria, tuvieron techumbres con viguería de madera y azulejos o ladrillos por tablas y sus paredes decoradas con pinturas al fresco (FOT 7). Algunas de estas pinturas, tras haber sido sometidas a restauración por técnicos municipales, se conservan en lo que fue antecámara de los dormitorios del matrimonio situados haciendo frente a la vieja fortaleza. Fechadas hacia 1687 e inicios de 1688 representan a la Inmaculada y varias mujeres del Antiguo Testamento (Esther, Judit con la cabeza de Holofernes, Abigail). Por su temática se han puesto en relación con la solicitud de entrada del Almirante en la Orden de Calatrava, en la que ingresa en 1688.
Tras su muerte, en 1691, continúa habitando el palacio su viuda con uno de sus hijos hasta el año1720 fecha de su fallecimiento, quedando la propiedad del mismo en manos de su hija mayor Catalina Josefa casada con su primo Pablo Miguel Vizarrón, lo que supuso la alianza entre ambas familias. Después de unos años en que estuvo de alquiler, es con el nieto del fundador cuando el palacio vive una segunda época de esplendor.
En 1759 Juan José Vizarrón Valdivieso adquiere, mediante compra al municipio, la callejuela de 25 m de largo y 4 de ancho lindante con su casa (FOTO 2), basando su petición en el escaso uso que la ciudad hacia de ella por encontrándose otra próxima –el “callejón de tres revueltas”– y porque “no servía al bien común, sino que era perjudicial al mismo por la fetidez de los escombros que se echaban”. Tras su adquisición, la incorpora a la vivienda junto con la finca anexa, una bodega que también era de su propiedad, lo que afectó sobre todo a las fachadas anterior y posterior del edificio (FOT. 6) y al tramo del callejón que se convirtió en un patio interior.
La saga familiar continuó con Pablo de Vizarrón, hijo de Juan José, cuya hija casa con Cristóbal Govantes Reinoso por lo que a su fallecimiento en 1813 el edificio fue heredado por la familia Govantes.
A mediados del siglo XIX, hay indicios de que comenzó a usarse como asilo y a finales del mismo siglo, se transformó en casa de vecinos.
R.G.R