Los canteros del Libro De la Rosa

Canteros

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Cuando en el siglo XV el canónigo de la Catedral de Sevilla Juan Martínez de Vitoria organiza las tareas que deben inaugurar la obra catedralicia sevillana, decide crear un cuaderno que denomina El libro de la Rosa, donde debían registrarse las cuentas de los canteros sacadores jerezanos y en menor medida de los portuenses que contribuyeron con su trabajo a levantar la catedral gótica cristiana más grande del mundo.

Desde la Alta Edad Media todas las tareas relacionadas con la manipulación de la piedra, habían sido competencia del cantero, incluida la extracción. Pasado el tiempo, con el desarrollo de unas sociedades más complejas, comenzó un proceso de especialización dando lugar, entre otras cosas, a la figura del cantero sacador.

Era costumbre inscribir en los sillares marcas, que servían para determinar el trabajo realizado y la cantidad que se debía cobrar, y signos, con los que se indicaba al albañil la posición de la piedra en la obra. Cuando un nuevo miembro solicitaba su ingreso en el gremio, una vez aceptado, recibía el signo y su marca de cantero, que debía reproducir en todas las obras en las que participase.

Es de dominio público la elección de la piedra de las canteras de la Sierra de San Cristóbal para la construcción de un edificio tan monumental como la Catedral de Sevilla. Se tiene constancia a través de los libros de Mayordomía de Fábrica, que los canteros portuenses Al(f)onso de Hariza y Juan Cantero trabajaron en San Cristóbal en los años 1512 y 1513, denominada en la época como la “cantera de la Iglesia”.

El cantero sacador de la Sierra de San Cristóbal era un profesional que se hacía con los derechos de una cantera. Con una cuadrilla de seis o siete trabajadores, sacaba, cuadraba los materiales y, en muchos casos, gestionaba el carretaje de la piedra hasta el muelle de embarque construido para este propósito por el Cabildo Catedralicio cerca del convento de La Victoria.

El largo camino que llevaba la piedra desde las canteras hasta el pie de obra, se articulaba en tres etapas. Primero, la piedra era cargada en las canteras tiradas por mulas. Una vez llegados al embarcadero la carga se estibaba en carracones. Por ultimo, tras dejar el muelle de El Puerto de Santa María, estos carracones cargados de piedras (18 o 20 toneladas en cada viaje) emprendían viaje a su destino en el muelle de Sevilla al que arribaban tras un mes de travesía.

Como resultado de estos trabajos y de otros muchos realizados durante varias centurias, ya que San Cristóbal ha abastecido de piedra a numerosas edificaciones de la Baja Andalucía, caso de la propia Prioral(hoy Basílica Menor) de El Puerto de Sta. María, en la actualidad se pueden ver cavidades subterráneas de 22 metros de altura que evidencian las grandes cantidades extraídas.

 Las “cuevas” (“de la Mujer”, “del Gigante”, “de la Luz Divina”) visitadas por Alfonso XIII en 1930, pese a los escombros con que han sido “profanados” algunos de sus rincones, aún sorprenden por su monumentalidad y por la grandiosidad de sus espacios. 

Manolo Morillo

(Fuentes consultadas: Colección de Divulgación Científica del Vicerrectorado de Investigación de la US; Historiadora Dª Marta Álvarez Jiménez; Hnos. José y Agustín Gª Lázaro.)

Canteros
Ilustración María Fernández Lizaso

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