El amplio espacio interior de la bodega se compone de seis naves longitudinales, paralelas, rectangulares y anchas más otra irregular, de trazado casi triangular para adaptarse al quiebro de la calle Jesús Nazareno. Según los estándares clásicos de construcción de bodegas y siempre que haya superficie disponible, la disposición de seis naves es la más adecuada en una bodega con cubierta a dos aguas porque es la que mejor integra todos los componentes de la estructura sin alcanzar una altura excesiva.
Sus naves cuentan con un total de 81 pilares de piedra arenisca, que están cubiertos de revoque y pintados de blanco; esta práctica era usual en las bodegas para reducir la porosidad de la piedra arenisca y mejorar su conservación.
Cuando la piedra se deja vista la bodega gana mucho en atractivo, como ocurre en la bodega de San José, la de Mora y la de los Hermanos Larios (actual supermercado Aldi en la calle Valdés) cuando han sido acondicionadas para usos no bodegueros.
Los pilares están coronados con sencillos resaltes a modo de capiteles donde apoyan los arcos semicirculares de piedra en el centro de la bodega y apuntados en los dos extremos. La cubierta a dos aguas y la viguería que la soporta se encuentran en excelente estado de conservación.
Al entrar en la bodega es normal sentirse impresionado por la altura del edificio y su aspecto catedralicio, resaltado por la presencia de arcos y ventanas apuntados y dos amplios rosetones (FOT. 1 y 2) en cada fachada. Esta de La Palma es junto a la de San José una de las bodegas más bellas de El Puerto, aunque su situación entre calles estrechas le reste cierta vistosidad externa.
Sorprende la existencia a media altura del muro próximo al patio de un balcón con barandilla de hierro y perfil abombado que protegía un vano con puerta bajo arco semicircular abocinado y que debía comunicar con alguna dependencia de la casa aledaña (FOT. 3). Esta es la antigua residencia del rico comerciante Jacinto de Barrios en el siglo XVIII, aunque en el ámbito bodeguero se la conoce como “La Casa de Don José Luis” (por José Luis Osborne Vázquez, el afamado ganadero de reses bravas que fue el último que residió en ella junto a su familia). Según fuentes orales este balcón podría pertenecer a una estancia de la misma que se abría junto al oratorio privado de la familia propietaria. De hecho, se le conoce como “el balcón del obispo”, probablemente porque desde el mismo el celebrante del acto litúrgico correspondiente en dicha vivienda se dirigiría a los trabajadores para saludar o sermonear.
Junto a la belleza de los elementos constructivos de esta bodega, en su interior también destacaban los vinos que allí se criaban, pues en ella se criaban los mejores vinos viejos de la empresa (FOT.4 y 5).
Entre ellos podríamos destacar los siguientes:
AOS un vino amontillado extraviejo y poderoso cuyo nombre son las iniciales de Antonio Osborne Solera, el hijo menor del II Conde de Osborne, Tomas Osborne Guezala, quien fundó la solera en 1903, el año de nacimiento de su hijo.
P∆P Un vino médium amplio, equilibrado y persistente de cuyo misterioso y sorprendente nombre no conocemos el origen
SOLERA INDIA: vino aterciopelado y extraordinariamente complejo cuyo nombre hace referencia al origen de la solera formada con vinos que hicieron viajes de ida y vuelta a América en botas en las bodegas de barcos cuyo lento mecido otorgaba a los vinos un extraordinario envejecimiento.
PEDRO XIMENEZ VIEJO: solera de muy pocas botas, fundada en 1905, que con el paso del tiempo ha adquirido una sorprendente gama aromática que recuerdan a chocolate y cacao que le ha hecho merecedor de las mayores distinciones en concursos de vino internacionales.
Desafortunadamente, La Palma, al igual que las otras del conjunto Bodegas de Exportación, se encuentra en la actualidad vacía desde el año 2010. No conocemos el uso que se dará a esta bodega en un próximo futuro.
En el Peprichye esta bodega está catalogada como Nivel II de Protección Global otorgado a edificios de elevado interés arquitectónico en los que el número de elementos a proteger hace inviable cualquier actuación que no repercuta en la totalidad. –
J. Gómez Benítez y F. Glez. Luque